Un robot submarino llamado Nereus llegó a la parte más profunda del mar.
La inmersión alcanzó una profundidad de 10.902 metros y se produjo el 31 de mayo en el Abismo Challenger, en la Fosa de las Marianas, el lugar más profundo de la corteza terrestre ubicado en el occidente del Océano Pacífico.
Nereus se convirtió en el vehículo que más profundo se ha sumergido y en el primero que explora la Fosa de las Marianas desde 1998.
El robot está atado con sogas ligeras de fibra óptica al barco Kilo Moana, donde se encuentran los científicos que lo controlan.
Nereus también puede convertirse en un vehículo autónomo, capaz de movilizarse por sí mismo.
"Con un robot como Nereus podemos explorar virtualmente cualquier lugar en el océano", indicó Andy Bowen, director del proyecto y principal diseñador del submarino en la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI, por sus siglas en inglés).
"Estoy absolutamente seguro de que Nereus llevará a cabo nuevos descubrimientos. Considero que esto inicia una nueva era en la exploración del océano", agregó Bowen.
Pioneros
El Abismo Challenger es el punto más profundo en los océanos. Mide 11.000 metros, dos kilómetros más que lo que mide el Monte Everest.
A esa profundidad, la presión es 1.100 veces la experimentada en la superficie.
Por eso sólo dos vehículos han hecho un viaje a sus profundidades.
En enero de 1960, Jacques Piccard y Don Walsh realizaron el primer y único viaje tripulado en un batiscafo (vehículo de inmersión profunda) suizo, conocido como el Trieste.
La nave consistía de una esfera de acero de dos metros de diámetro, en cuyo interior estaba la tripulación, debajo de un tanque de combustible de 15 metros de largo, diseñado para proporcionar flotabilidad.
Durante la misión de nueve horas, los dos hombres pasaron 20 minutos sobre el suelo oceánico. Se sumergieron 10.916 metros.
Ninguna nave tripulada ha repetido tal hazaña.
Sin embargo, 35 años después, una nave japonesa controlada a distancia, llamada Kaiko, registró el récord de una exploración no tripulada.
Durante su viaje, el vehículo se sumergió 10.911 metros y fue capaz de tomar fotografías de la vida marina: un pepino de mar, un gusano y un langostino.
A diferencia de Nereus, Kaiko dependía de un cable que lo conectaba a un barco, para abastecerse de combustible y para ser controlado.
La embarcación nipona se perdió en 2003 cuando el cable que lo ataba al barco se rompió.
Actualmente, los vehículos que más profundo se sumergen han descendido 6.500 metros, lo cual le ha permitido a los científicos tener acceso a 95% del suelo marino.
Nereus se ha propuesto darles acceso al 100%.
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