Los problemas filosóficos de los viajes en el tiempo.
Todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿será posible viajar en el tiempo?, y muchas veces sin considerar inmediatamente: ¿qué es el tiempo? Como hemos visto a lo largo de la serie, la naturaleza del tiempo aparenta exceder los límites del intelecto humano, si bien hemos avanzado mucho en la comprensión de su comportamiento físico, a través de los trabajos fundamentalmente de Albert Einstein. Al hablar de viajar a través del tiempo, ¿qué estamos entendiendo por “tiempo”, y qué por “viajar”? Por ejemplo, ¿estamos presuponiendo que tanto el futuro como el pasado existen físicamente, y que podemos acceder a ellos? Por otra parte, el concepto de viaje o movimiento se refiere a la relación entre espacio y tiempo (de ahí que hablemos de km/h, m/s, etc.); ¿qué significación le estamos dando al aplicarlo únicamente en el tiempo?
Es necesario preguntarnos ¿qué entendemos por viajar en el tiempo?, ya que de su respuesta depende ¿qué principios físicos avalan o comprometen el viaje a través del tiempo? En este artículo examinaremos el origen del concepto de viaje en el tiempo, las distintas interpretaciones desde la Física, y las implicaciones filosóficas que éstas sugieren. De modo que propongo comenzar con la pregunta: ¿De dónde y cuándo surge semejante idea?
Representación artística de “La máquina del tiempo” de H. G. Wells.
La expresión “viaje en el tiempo” brota en la Literatura, a finales del siglo XIX. Pero en contraste con una creencia muy extendida, no fue H. G. Wells en su obra “La máquina del tiempo” de 1895 quien propuso por primera vez esta idea. En años anteriores se escribieron otros célebres relatos como “El reloj que marchaba hacia atrás” de Edward Page Mitchell, publicado en 1891, o “El Anacronópete” del español Enrique Gaspar, en 1887. Existe un acalorado debate en torno a quién fue el primer escritor que ‘inventó’ la máquina del tiempo; hay quienes encuentran este artilugio de manera implícita en obras aún anteriores, mientras que otros sostienen que el viaje en el tiempo en la ciencia-ficción (es decir, no por métodos mágicos) empieza con “El Anacronópete”. Lo que sí es cierto es que fue “La máquina del tiempo” de Wells a través de la cual se extendió enormemente esta idea, y no sólo entre escritores sino también entre ‘aficionados’ que pretendían construirla o al menos ganar dinero o fama en el intento.
Consideremos el significado de la palabra viajar en el sentido cotidiano: nos referirnos al desplazamiento de un cuerpo a través del espacio, durante un período tiempo. Cuando alguna de las coordenadas que indican nuestra posición cambia, decimos, pues, que viajamos en el espacio. Ahora bien, nuestra posición en el tiempo está cambiando constantemente, así que con el mismo criterio se puede afirmar que estamos viajando en el tiempo. ¿Quieres ir hacia el futuro? Sólo debes sentarte y esperar. Por supuesto, esto no es lo que tenemos en mente cuado hablamos de viajes en el tiempo. La idea que sugiere esta expresión es la de manipular, de alguna manera, nuestra coordenada del tiempo, en particular por la tentadora imagen que representa conocer nuestro futuro o modificar el pasado.
En esta serie enfocamos la cuestión del tiempo desde el punto de vista de la Física y la Filosofía; pero, con el fin de ver cómo nace la noción de viaje en el tiempo, me parece interesante que comencemos haciendo una breve referencia literaria. Echemos un vistazo a la novela de Wells. El personaje “Viajero a través del tiempo” que construye su dichosa máquina, narra lo siguiente:
Cogí la palanca de arranque con una mano y la de freno con la otra, apreté con fuerza la primera, y casi inmediatamente la segunda. Me pareció tambalearme; tuve una sensación pesadillesca de caída; y mirando alrededor, vi el laboratorio exactamente como antes. […] Observé el reloj. Un momento antes, eso me pareció, marcaba un minuto o así después de las diez, ¡y ahora eran casi las tres y media! […] El laboratorio se volvió brumoso y luego oscuro. La señora Watchets, mi ama de llaves, apareció y fue, al parecer sin verme, hacia la puerta del jardín. Supongo que necesitó un minuto o así para cruzar ese espacio, pero me pareció que iba disparada a través de la habitación como un cohete. Empujé la palanca hasta su posición extrema. La noche llegó como se apaga una lámpara, y en otro momento vino la mañana. […] Pronto, mientras avanzaba con velocidad creciente aún, la palpitación de la noche y del día se fundió en una continua grisura; el cielo tomó una maravillosa intensidad azul, un espléndido y luminoso color como el de un temprano amanecer; el sol saltarín se convirtió en una raya de fuego, en un arco brillante en el espacio, la luna en una débil faja oscilante; y no pude ver nada de estrellas, sino de vez en cuando un círculo brillante fluctuando en el azul.
¿Qué está significando aquí viajar en el tiempo? Desde el punto de vista del viajero, la máquina cumple la función de acelerar la evolución física del resto del Universo a un ritmo progresivamente elevado. Pero claro, desde el punto de vista de un observador externo (fuera de la máquina), la función de ésta consiste en retardar la evolución física del viajero, haciendo que todos sus procesos biológicos estén prácticamente ‘congelados’, y así avanzar en el tiempo sin envejecer. El método que usa el artefacto para lograr esto lo desconocemos; pero vemos que expresión ‘viajar al futuro’ no está significando más que un retardo o dilatación en la evolución física del viajero, a lo que para abreviar vamos a llamar viaje al futuro mediante dilatación. Hacemos esto para diferenciar esta idea de otra interpretación muy extendida sobre el ‘viaje al futuro’ que aparece en la ciencia-ficción.
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