El 6 de mayo del mismo año doblaban el cabo de Buena Esperanza y, a la postre, tras de muchas peripecias y peligros de mar y hombres (portugueses, en el caso), llegaron con su maltrecha nao al puerto de Sanlúcar de Barrameda el 6 de setiembre de 1522. De los 239 hombres que salieron de Sevilla en cinco naves no volvieron sino diez y siete en una de ellas; pero esta gloriosa navegación, de la máxima importancia científica en la panorámica del descubrimiento del mundo, situó en el plano de la realidad el sueño colombino de enlazar Europa con el Asia Oriental por la ruta de Occidente, comprobando de forma empírica la teoría de la esfericidad de la tierra (a su llegada, Elcano y los marineros verían con asombro que habían perdido un día en la cuenta que llevaban de los invertidos en tan largo periplo). Sin embargo, el balance de la circunnavegación de Magallanes y de Elcano fue casi nulo desde el punto de vista económico y político, quedando más bien demostrado con ella que el camino hacia las tierras de la seda, el marfil y las especias no era el occidental, por cuanto era imposible establecer por él la adecuada contrapartida a la navegación indo-portuguesa del cabo de Buena Esperanza. A los dos días Elcano y los tripulantes de la Victoria marcharon a Sevilla, donde fueron a postrarse ante Ntra. Sra. de la Antigua para dar gracias por su feliz arribo. Juan Sebastián de Elcano fue luego recibido por el emperador Carlos V, quien, entre otras cosas que otorgó a la tripulación de la nao superviviente, concedió al guetariano una pensión de 500 ducados y el escudo de armas con la leyenda: "primus circumdedisti me". Más tarde vemos a Elcano en Valladolid, donde, como fruto de unos amores que tuvo con María de Vidaurreta, le nació una hija. Fue muy perseguido sin que se sepa a ciencia cierta el porqué, aunque se sospecha que por asuntos amorosos; lo que sea de esto, obtuvo de Carlos V la facultad de hacerse acompañar en todo tiempo de dos hombres armados. Acudió luego a las juntas de Badajoz y Yelbes, convocadas con objeto de poner un término al litigio surgido entre Castilla y Portugal sobre la posesión de las Molucas. Pero no era Elcano hombre que pudiese vivir largo tiempo lejos de la mar. Así, se vino a Portugalete, para alistarse en la armada que al mando de Loaysa había de zarpar de nuevo a las Molucas el 24 de julio de 1525. Esta expedición, en la que el de Getaria ostentaba el cargo de segundo jefe, sufrió asimismo numerosos contratiempos, viniendo también a perder la nao en que viajaba Elcano. La muerte del comendador Loaysa el 30 de julio de 1526 dejaba a Elcano al mando de la expedición, aunque por poco tiempo, pues moría consumido por el escorbuto en aguas del Pacífico el 4 de agosto de 1526, tras de haber hecho el testamento, en el que dedicaba un recuerdo emotivo a su lugar natal.
www.euskomedia.org ( L.F.J. )
Juan Sebastián de Elcano ( II y último)
jueves, 12 de noviembre de 2009Publicado por juanjo en 11:03
Etiquetas: BIOGRAFIAS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario