Privada de su vivienda tras divorciarse a los 80 años

martes, 1 de diciembre de 2009

EDITADO EN ODIEL INFORMACION / Laura Brito
Rogelia tiene 80 años, y a su espalda lleva ya 60 de matrimonio. Una unión que ahora se rompe con una consecuencia fatal: la posibilidad de tener que abandonar su casa de toda la vida en Zalamea. Y es que el juez ha decretado, como medida preventiva, que Rogelia se marche de la vivienda mientras su esposo permanece en su hogar de siempre.

Su hija, María de los Ángeles Flores, es la única con la que Rogelia puede contar en estos duros momentos. “Mis padres se han llevado mal durante toda la vida, pero es ahora cuando mi padre ha pedido el divorcio, sin embargo, pensamos que el reparto sería equitativo”, explica. Rogelia Márquez y su esposo viven en una vivienda de unos 400 metros cuadrados, con un jardín de hasta 1.200 metros cuadrados, un hogar dividido en dos durante todo este tiempo por la incompatibilidad entre ambos. Pero ahora la situación se ha complicado y, por orden del juez, sólo él podrá continuar en la vivienda, mientras Rogelia debe irse a otra casa, propiedad del matrimonio, en La Antilla (Lepe), donde “estaría sola”.
Esta decisión llega cuando su esposo, “que normalmente va con andador, se presentó con una silla de ruedas ante el juez”, destacó su hija, por lo que “la Justicia considera que él tiene preferencia para quedarse en casa”. Pero, esta mujer de 80 años sólo cuenta con una pensión de 546 euros, con la que “tendría que pagar el alquiler de una vivienda, que en Zalamea es superior a los 300 euros, además de la mitad de los gastos de la casa de La Antilla y un bar que tienen aquí en el pueblo”.
Sin embargo, la situación no se queda aquí. Rogelia tiene también dos costillas partidas, como consecuencia de “los empujones del cuidador de mi padre”, un incidente que “ella no ha querido denunciar”, y así “no se puede ir de la casa”. Y mucho menos con un hermano al que mantener, con el que hasta ahora han vivido Rogelia y su esposo. “Tiene epilepsia y cáncer de próstata, no lo puede dejar solo, y yo en mi casa no tengo sitio para dos personas más”, dice su hija María de los Ángeles Flores.
Ante esta difícil situación, su hija sólo pide un hogar para su madre. “Planteamos que la casa se dividiera en dos por un tabique, para que ellos no tuvieran que verse, porque, ahora mismo viven cada uno en un lado de la casa”, e incluso “propusimos la venta de la casa de La Antilla, para comprar otra vivienda en Zalamea”. Pero, por el momento, la medida preventiva es que Rogelia abandone el hogar. Una solución ante la que sólo puede contar con una única hija, de Riotinto, mientras que su otra hija, que vive en la planta de arriba, no la apoya, y otros dos hijos viven en Sevilla.

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