Nació el 9 de marzo de 1943 en Chicago (Illinois), hijo de la emigrada enfermera suiza de religión judía Regina Wender y, según la biografía oficial durante décadas, de Hans Gerhardt Fischer, un físico alemán y agente de la KGB, el servicio de inteligencia soviético.
Sin embargo, tras desclasificarse a principios del siglo XXI algunos archivos secretos del FBI, parece demostrado que Hans Gerhardt Fischer sólo fue padre de su hermana mayor Joana y que el verdadero padre biológico de Bobby fue el emigrado físico húngaro, judío de religión, Paul Félix Nemenyi, al que Fischer nunca conoció.
Nemenyi fue uno de los científicos que durante la Segunda Guerra Mundial trabajó con el profesor Julius R. Oppenheimer en el Proyecto Manhattan (S-1), proyecto secreto de Estados Unidos cuyo objetivo era la fabricación de la primera bomba atómica, culminándose con éxito en las pruebas que tuvieron lugar en el desierto de los Álamos, en el estado de Nuevo México.
Bobby Fischer y Paul Nemenyi, el parecido es asombroso
Regina y Hans se divorciaron cuando Fischer tenía dos años de edad y, con Paul inmerso en el proyecto Manhattan, Bobby creció sin padre, teniendo como única familia su madre y su hermana Joana.
Fischer fue un niño prodigio del ajedrez. A la edad de seis años, cuando su familia se trasladó a Brooklyn (Nueva York), Bobby aprendió por sí mismo el juego a partir de las instrucciones que venían en un pequeño juego que le regaló su hermana. Al principio jugaba con su hermana pero pronto necesitó adversarios más fuertes para desarrollar su juego. A la edad de 7 años se unió al club de ajedrez de Brooklyn, donde su presidente, Carmine Nigro, se encargó personalmente de su formación.
Hasta los 13 años, Fischer asistió a la Erasmus Hall High School, pero dejaría el instituto sin terminar su graduación y varios profesores los recuerdan como un joven difícil. En 1956 su madre consiguió que John W. Collins le aceptara como pupilo. Collins había sido tutor de otros jugadores sobresalientes, incluidos Robert Byrne y William Lombardy. Fischer pasó mucho tiempo en la casa de Collins y en algunas ocasiones ha sido descrito como una figura paterna para Fischer.
Su ascenso a la élite de la competición fue muy rápido. Con trece años de edad participó en el torneo "Rosenwald Memorial" y, durante mucho tiempo, su partida contra Donald Byrne en ese torneo fue catalogada por los expertos como la "Partida del Siglo". En 1957 a la edad de catorce años obtuvo el campeonato de ajedrez de Estados Unidos.
En el plano internacional, su carrera coincidió con el apogeo de la escuela soviética que dominó el mundo del ajedrez desde 1948 hasta 1972. El campeonato de EE.UU. es de carácter de zonal para la FIDE y su victoria del año 1957 le abrió las puertas de los campeonatos internacionales.
Fischer, en 1957, a los 14 años, en un torneo en Manhattan
Al año siguiente, a la edad de quince años, logró el título de Gran Maestro al ocupar el quinto puesto en el Interzonal de Portoroz, siendo el ajedrecista más joven en obtener esa distinción hasta ese momento. Con ese quinto lugar consiguió además el derecho de jugar el Torneo de Candidatos en el que se seleccionaba al que había de disputar el título mundial al campeón del momento (a la sazón Mikhail Botvínnik).
Sin embargo, todavía habría de esperar mucho para lograr la cumbre. En aquel primer Torneo de Candidatos, Fischer ocupó un modesto sexto lugar. Y, a pesar de conseguir sensacionales resultados en los torneos internacionales desde fines de los años 50, diversos factores (a veces su propio carácter, en otras ocasiones la auténtica supremacía de los ajedrecistas soviéticos) retrasaron su lucha por el título máximo.
Fischer contra Korchnoi y contra Botvinnik, 1962
A principios de los años 70 llegó a la final del campeonato mundial. Tras ganar el interzonal de Palma de Mallorca y derrotar a Mark Taimanov (6-0), Bent Larsen (6-0) y Tigran Petrosian (6.5-2.5) en los enfrentamientos del torneo de candidatos, se ganó el derecho a enfrentarse a Boris Spassky. Su racha de 19 victorias consecutivas (las 6 últimas del interzonal, las de sus enfrentamientos con Taimanov y Larsen y la primera de su enfrentamiento con Petrosian) constituye un hito histórico que será difícil de igualar.
Fischer y Petrosian en Buenos Aires, 1971
El Match del Siglo
El encuentro con Spassky se celebró en Reykjavík, Islandia. Concitó una extraordinaria atención en todo el mundo. Y no sólo por su carácter deportivo. También fue visto como un encuentro político (en plena guerra fría y con intervención directa del entonces Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger). Después de un tenso encuentro, Fischer venció a su rival tras 21 partidas y se coronó campeón mundial el 31 de agosto de 1972 con un total de 7 partidas ganadas, 3 perdidas y 11 tablas. El primer (y hasta el momento el único) norteamericano en conquistar el título.
Desafortunadamente, en la práctica, este momento culminante también marcó el fin de su carrera. Desde entonces, no volvió a jugar ninguna partida oficial durante su reinado y, cuando en 1975 tuvo que defender el título frente al aspirante Anatoly Karpov, planteó exigencias inaceptables para la FIDE, la cual lo despojó del título. Desde entonces y hasta 1992 no volvió a jugar en público y llevó una vida retirada y excéntrica.
En septiembre de 1992, aceptó participar en un encuentro conmemorando su enfrentamiento con Spassky (ya nacionalizado francés) que había de tener lugar en la antigua Yugoslavia. Volvió a vencer a su antiguo rival y se embolsó el premio de 3 millones de dólares que había ofrecido un magnate yugoslavo.
Bobby Fischer en el match de Yugoslavia, 1992
"Ha vuelto el Fischer de los mejores tiempos. El americano jugó con una agresividad y confianza en sí mismo realmente asombrosas" (MI. Javier Ochoa, "El regreso del mito", Revista 'Jaque', 1992)
Pero este encuentro habría de tener repercusiones políticas. En 1992, Belgrado estaba bajo el bloqueo del gobierno de los EE.UU. y la acción de Fischer fue considerada en su propio país como un acto de traición y fue puesto en la lista de fugitivos del FBI y de la CIA. Entonces, Fischer desapareció de nuevo durante más de una década, con sólo una fugaz aparición pública en 1996, en una conferencia de prensa en Buenos Aires. Aunque se convocó para el lanzamiento mundial del "Fischerandom", el nuevo sistema de juego propuesto por Fischer con sorteo inicial de la posición de las piezas, Bobby sorpendió a organizadores y público asistente, y en lugar de hablar de ello, salió a la palestra a defender sus derechos de autor en libros y películas.
Fischer luchando por los derechos de autor de sus libros (Buenos Aires, 1996)
El 13 de julio de 2004, Fischer fue visto de nuevo en público cuando, mientras pretendía ir a Filipinas desde Japón, fue detenido en el aeropuerto internacional de Narita por usar un pasaporte que el gobierno de los EE.UU. había cancelado. Las autoridades japonesas le recluyeron en espera de resolver el problema suscitado por la petición de extradición de EE.UU. El 15 de diciembre de ese mismo año, el gobierno islandés aceptó darle asilo político a Fischer en ese país, para así escapar a la extradición a Estados Unidos, y ordenó su traslado inmediato a Reykjavík, donde podría recibir una nueva ciudadanía. A pesar de las presiones del gobierno estadounidense, el 9 de marzo de 2005, aún encarcelado, recibió un pasaporte islandés como regalo por su 62 cumpleaños.
Fischer tras ser liberado de la cárcel en Japón (marzo 2005)
El 21 de marzo, el parlamento islandés aprobó conceder la ciudadanía islandesa a Bobby Fischer, con 40 votos a favor y dos abstenciones, y tres días después, tras ocho meses de penosa detención, fue puesto en libertad y deportado a Islandia, calificando a George W. Bush de "criminal" y al primer ministro japonés Jun'ichiro Koizumi como "títere de Bush". A su llegada a Reykjavík fue aclamado como un héroe por una multitud de seguidores. Desde entonces Fischer intentó vivir tranquilo en Islandia.
El pasaporte islandés del 'apatrida' Fischer
Fischer en una entrevista en Islandia (marzo 2005)
Bobby Fischer falleció el 17 de Enero de 2008, a los 64 años, los mismos que casillas tiene un tablero, causando una enorme conmoción entre los aficionados de todo el mundo.
Una terrible pérdida para el mundo del ajedrez, que no olvidará nunca al mejor y más carismático jugador de todos los tiempos. Que descanse en paz.
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