LA SERPIENTE DE METAL

domingo, 31 de enero de 2010



La serpiente de metal (h. 1620)
Óleo sobre lienzo 205 x 235 cm
AUTOR: Anton van Dyck (1599 - 1641)
Pintura Flamenca (Siglo XVII)


Anton van Dyck es, con Rubens y Jordaens, uno de los máximos representantes de la pintura flamenca del siglo XVII. La serpiente de metal es una obra de juventud, la pintó en Amberes antes de su estancia en Italia, y en ella se puede apreciar claramente la influencia de Rubens, con cuyo taller mantenía contacto por esa época.

El asunto del lienzo está tomado del Antiguo Testamento. Tras abandonar Egipto, durante la travesía por el desierto rumbo al mar Rojo, los israelitas se quejaron a Moisés por la dureza del camino. Para castigarlos, Yavé mandó contra el pueblo serpientes venenosas que causaron la muerte de muchos de ellos. Los judíos, arrepentidos, pidieron a Moisés que intercediese por ellos. Entonces, el Señor le dijo que realizara una serpiente de bronce y la colocara sobre un asta "y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados". Moisés levanta la vara con la serpiente de bronce, a su lado está Eleazar, hijo de Aaron, y a la derecha los israelitas suplican su curación, con gestos de dolor y desesperanza.

El tema y la composición proceden de una obra que Rubens pintó diez años antes, aunque Van Dyck imprime su carácter en el tratamiento de las figuras, más esbeltas y dotadas de mayor dramatismo que las de su maestro. Se conservan varios dibujos preparatorios de esta obra, en los que se aprecia como Van Dyck, partiendo del modelo compositivo de La Serpiente de metal de Rubens realiza su propia composición.

Además de la influencia de Rubens, se han encontrado otras referencias en el cuadro: dos de las figuras derivan del Ananás de Rafael, mientras que el hombre que sostiene a la mujer de la izquierda recuerda a un personaje del Descendimiento de Caravaggio. Con todo ello, el arte de Van Dyck se manifiesta con innegable personalidad, hasta el punto de que a pesar de la firma apócrifa de Rubens del lateral derecho, a quien se atribuía la obra en el inventario de la Colección Real de 1666, ya en el de 1794 Bayeu, Goya y Gómez la consideran de mano de Van Dyck.


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