El rincón del libro aconsejado

lunes, 26 de abril de 2010

Seguimos con algunos Sonetos más de Garcilaso de la Vega

II

En fin, a vuestras manos he venido
do sé que he de morir tan apretado,
que aun aliviar con quejas mi cuidado,
como remedio, me es ya defendido.

Mi vida no sé en que se ha sostenido,
si nos es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta una espada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto de ellas y mi suerte.

Basten las que por vos tengo lloradas.
No os venguéis más de mi con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte.

III

La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.

Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía,
y el que más cierto espero es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.

De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello.

Mas de no veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo;
y si esto lo es, tampoco podré habello.

IV

Un rato se levanta mi esperanza.
Tan cansada de haberse levantado
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh, corazón cansado!
esfuerza en la miseria de tu estado,
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mismo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espíritu o hombre en carne y hueso.

V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribiste, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo de esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida:
por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.

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