Cuando las langostas forman sus devastadoras plagas no sólo actúan de forma distinta a cuando están en su estado solitario, también son capaces de aumentar el tamaño de su cerebro.
Esa es la conclusión de científicos de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, que captaron imágenes de los dramáticos cambios que ocurren dentro de la cabeza de estos insectos.
El equipo de investigadores explica en Proceedings of the Royal Society B (Actas de la Sociedad Real B) cómo cambia una misma langosta cuando está en su fase "gregaria" y en su fase "solitaria"·
"Normalmente las langostas procuran evitar el contacto cercano con otros individuos de su especie", explica el doctor Swidbert Ott, quien dirigió el estudio.
"Pero cuando se ven forzadas a acercarse entre sí cambian de forma dramática".
Esto, dice el científico, es un mecanismo de supervivencia y ocurre cuando los insectos se quedan sin alimento y se ven forzados a agruparse para atacar los últimos parches de vegetación.
"Así tienen que viajar juntos en enjambres masivos para encontrar nuevos parches" dice el doctor Ott.
Cambio drástico
En su estudio con colonias de langostas gregarias, el investigador y sus colegas forzaron a algunas de ellas a convertirse a la fase solitaria manteniéndolas aisladas durante tres generaciones.
"Es un verdadero problema mantener a las langostas solitarias", señaló el investigador.
"Si las juntas con otras cambian, así que cada una debe permanecer en su propio pequeño 'establo', como un caballo de carreras. Tenemos unas 100 cajas individuales con todos los abastecimientos que los insectos necesitan".
Al final del programa de reproducción de tres generaciones, los científicos fotografiaron y midieron el cerebro de los insectos.
Descubrieron que los cerebros de los insectos gregarios eran 30% más grandes que los de los solitarios.
"Encontramos que las regiones del cerebro que están específicamente vinculadas con factores como el aprendizaje o la memoria se expanden de forma masiva en las langostas gregarias", dice el doctor Ott.
Y esta diferencia, dice, aunque sorprendente, tiene sentido evolutivo.
"Dentro del enjambre, las langostas se ven abrumadas con información. Las áreas superiores del cerebro que tratan con la complejidad les permiten entender el caos que está ocurriendo a su alrededor".
En estudios anteriores, el investigador ya había demostrado que la serotonina, el compuesto químico cerebral que es crucial en el cambio súbito en la conducta de estos insectos, provoca que una criatura solitaria se vuelva parte de un enjambre frenético.
Cuando ocurre ese cambio conductual súbito, las langostas también cambian gradualmente de color e incluso de forma corporal.
"Se pensaba que las dos fases de estos animales eran realmente dos especies distintas", dice el doctor Ott.
"Pero pertenecer a uno de estos enjambres realmente es una empresa engorrosa, es algo provocado por el hambre y la necesidad de encontrar alimento".
"Estos insectos incluso pueden volverse caníbales y el que no se pone listo se convierte en almuerzo. Así que tener un cerebro grande realmente les da una ventaja en una situación tan salvaje", concluye el investigador.
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