Enrique Castro Quini ( II )

martes, 4 de mayo de 2010

También con la selección, vive uno de los momentos más amargos de su carrera, llegando a peligrar su continuidad en el mundo del fútbol, el 16 de febrero de 1972 en el estadio Boothferry Park de Hull (Inglaterra) en un partido ante Irlanda del Norte: un codazo de George Best mientras Quini se eleva para cabecear un centro de Rojo I le fractura el pómulo izquierdo, lo cual le mantiene más de un año inactivo. La Federación Española de Fútbol ordena su traslado inmediato a España. A su llegada a Madrid es rápidamente internado y operado, en una delicada intervención a través del interior de la boca. Su recuperación fue lenta, perdiéndose prácticamente toda la temporada 1972-1973.

En la temporada 1973-1974, el Sporting consigue eludir el descenso, tras lo cual todo el equipo cumple la promesa de recorrer los 90 kilómetros que separan Gijón de Covadonga en bicicleta. Espoleado por los ánimos de numerosos aficionados a lo largo del camino, Quini alcanza el famoso santuario en tercera posición.

Aquel año había vuelto el mejor Quini, que obtiene su segundo trofeo Pichichi, primero en la máxima categoría, tras marcar 20 goles. Ello hace que se fijen en él clubes de mayor potencial, pero el llamado derecho de retención lo mantuvo en el equipo gijonés, tras lo cual hizo unas polémicas declaraciones al diario catalán Dicen que, cuando fueron aireadas por la prensa gijonesa, molestaron a la afición sportinguista. El 7 de octubre de 1974 el Sporting jugaba contra el RCD Espanyol en El Molinón. Durante los prolegómenos del partido, en los entrenamientos previos y después al saltar el equipo al campo con Quini a la cabeza, el público mostró su enfado con una sonora bronca. Cuatro goles de Quini cambian completamente los ánimos de la afición, que al acabar el partido dedica al jugador un enorme aplauso.

En lo personal, el 1 de julio de 1974 es un día importante en la vida de Quini: ese día se casa con María de las Nieves Fernández, su novia de toda la vida, en la parroquia de San Jorge de Heres, en el pueblo asturiano de Luanco. Así lo recuerda él:

La verdad es que estaba con [sic] un "flan" en mi debut de hombre casado, pero aún con nerviosismo era feliz, muy feliz. A la salida de la iglesia una gran "chiquillada" con pancartas y uniformados con las camisetas rojiblancas me dieron la primera enhorabuena: los gritos de ¡VIVAN LOS NOVIOS! y ¡AUPA SPORTING! se mezclaban con el buen humor reinante.

El 10 de agosto de 1975 nace Lorena, primera de dos hijos. El segundo, nacido el 2 de octubre de 1979, se llamará, como él y como su padre, Enrique.

Fichaje por el FC Barcelona y su secuestro

En la temporada 1975-1976, Quini vuelve a obtener el trofeo Pichichi tras marcar 21 goles. Sorprende el hecho de lo hizo a pesar de que ese año, el Sporting descendió a Segunda División. Aquel año el FC Barcelona de Johan Cruyff hace al Sporting una cuantiosa oferta: 40 millones de pesetas, que en unas semanas subieron a 50, por los servicios de Quini. El entonces presidente del club catalán, Agustí Montal, viajó a Gijón con el objetivo de cerrar el fichaje, que finalmente no se concretó por la rotunda negativa del Sporting, lo cual molestó hondamente al jugador, que llegó a pensar en retirarse del fútbol:

Por aquel entonces medité mucho si retirarme o no, máxime cuando me surgió una oferta muy interesante de una firma de tejidos catalana. Si no me "arreglaba", había decidido dejarlo.

Pasarán todavía cuatro años hasta que, finalmente, el tan largamente buscado traspaso de Quini al FC Barcelona se concrete tras pagar 82 millones de pesetas, una cifra astronómica para la época. Ello sucede en la primera semana de junio de 1980, convirtiéndose en una de las noticias deportivas más sonadas del verano. En aquella primera temporada en Barcelona, Quini obtiene, por sexta vez, cuarta en Primera División, el trofeo Pichichi con 20 goles, algo completamente insólito por un acontecimiento que entonces convulsionó el fútbol español: el 1 de marzo de 1981, después de finalizado el encuentro FC Barcelona 6 - Hércules de Alicante 0, en el que marcó dos goles, Quini es secuestrado por dos individuos que lo encañonan con una pistola y se lo llevan en su propio coche, iniciando un calvario de veinticinco días para el jugador y para sus compañeros del FC Barcelona (especialmente para Bernd Schuster, que se había hecho gran amigo del asturiano), que llegan a plantearse la decisión de no jugar hasta la liberación de Quini y a los que el acontecimiento conmociona hasta el punto de sumar sólo un punto durante los cuatro encuentros en los que el jugador estuvo ausente. Todo esto provocó que el equipo perdiera la Liga de aquel año cuando, tras un muy mal comienzo, el Barça se había colocado segundo a sólo 2 puntos del líder, el Atlético de Madrid, al cual debía visitar a la jornada siguiente. Inversamente, su liberación infundió de ánimo a un equipo que ganó arrolladoramente la Copa del Rey, en la que Quini también fue máximo goleador con once goles.

Ésta fue la secuencia de los hechos: tras el partido, dos individuos, delincuentes comunes sin antecedentes, introducen a Quini por la fuerza en una furgoneta DKW y se lo llevan. Hacia las dos de la mañana de aquel 1 de marzo, María Nieves, esposa de Quini, preocupada al no saber nada de su marido, a quien esperaba en el aeropuerto de El Prat con sus hijos tras regresar de Asturias, toma un taxi, llega a casa, donde lo encuentra todo abierto y con las luces encendidas y hace una serie de llamadas. Al comprobar que nadie sabe nada, comienza a sospechar y avisa de lo ocurrido a la policía y la Guardia Urbana. Alexanko y Óscar Segura investigan por su cuenta, sin resultado, y comunican al presidente Josep Lluís Núñez de lo ocurrido. Éste moviliza a la directiva y se pone en contacto con Josep Cordech, gobernador civil, que moviliza a la Brigada Antiatracos. Alexanko, Segura y Núñez pasan toda la noche en casa de los Castro, en medio de gran tensión.

Al día siguiente, a las 12:30 del mediodía, se presenta la denuncia oficial de desaparición. La noticia ya es pública: a casa del jugador acuden directivos, jugadores y amigos; en la puerta de su casa se concentran decenas de periodistas y curiosos; son enviados numerosos telegramas y llamadas de ánimo. En una batida de la policía, se localiza el coche de Quini, con las puertas abiertas.

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