LA MONJA NEGRA DE MORET

domingo, 24 de abril de 2011

En el otoño de 1695, toda la corte gala asiste a una extraña ceremonia: una joven negra pronuncia sus votos e ingresa en el convento de las Hermanas Benedictinas de Moret. El mismísimo rey Luis XIV le hace entrega de una generosa pensión... ¿a qué se debe tanta consideración?¿será de sangre real?

Hija del rey Felipe IV de España, la Infanta María-Teresa de Austria se casa con el rey Luis XIV de Francia en 1660. Si la infanta española se sabía predestinada a un matrimonio real, el monarca galo parecía no tener la intención de casarse con ella. En su primer encuentro, la princesa se enamora profundamente de su futuro marido. Luis XIV, por su parte, se doblega a las exigencias políticas y del Estado, siguiendo las directrices marcadas por su madre la reina Ana de Austria y el cardenal Jules Mazarino: el matrimonio franco-español culmina una paz (la de los Pirineos) tan deseada después de tantas décadas de guerra, y un plan bien orquestado que incumbe la anexión de los enclaves españoles al Norte de Francia (Países-Bajos Españoles).
Madame de Motteville cuenta que, al salir de su primera entrevista con la infanta española, el rey declaró al Príncipe de Conti y al Vizconde de Turenne que, en un principio, la fealdad del peinado y del aparatoso vestido de Maria-Teresa le habían sorprendido, pero que al mirarla con más atención había denostado su belleza y entendió que sería fácil amarla. Dicho de otra manera, Luis XIV se resignaba a desposar a esa niña rolliza y con los dientes estropeados.

Durante los primeros meses de matrimonio, Luis XIV demostrará ser un esposo solícito pero, rápidamente, su ardiente temperamento le llevarán a mirar hacia otro lado: la corte francesa es un auténtico vivero de bellezas femeninas que compiten en ingeniosidad y gracia. Y si la reina Maria-Teresa está dotada intelectualmente y en posesión de un bagaje cultural notable, su carácter apagado y sus peculiares gustos de castellana no consiguen mantener la llama de la pasión del rey. Comparándola cruelmente con el antiguo amor de Luis, María Mancini, extraordinaria belleza morena y con la que pretendió casarse, la insípida rubia española pierde puntos por muy infanta y Habsburgo que sea. El monarca no es hombre de pasiones clandestinas; toda la corte está al tanto de sus devaneos amorosos: a la duquesa de Orléans, su propia cuñada, le sucede la hermosa, rubia y coja duquesa de La Vallière. Pero Maria-Teresa quiere sinceramente al rey y sufre, estoicamente, las afrentas de Luis. "A veces parecía que su corazón iba a estallar de tanta agitación, demostrando con esta emoción que su corazón estaba contento sólo cuando estaba junto al del hombre del que se quejaba", cuenta Madame de Motteville. Los llantos de la reina son, de hecho, frecuentes porque, sencillamente, se siente abandonada, arrinconada y humillada. Pese a tener a su propio séquito de damas de honor para acompañarla, permanece la mayoría de las veces malhumorada y desprecia el ambiente intrigante de la corte.


Un día, el duque de Beaufort, almirante de Francia (y primo del rey), trae consigo de uno de sus viajes a un joven esclavo negro y lo presenta en la corte. Complaciente, el duque regala el negrito a la reina para su distracción. El niño africano sería cristianamente bautizado con el nombre de Nabo, revelándose al paso de los años como un joven impetuoso y de mente despierta, seduciendo y divirtiendo al círculo de la reina. Se impone entonces la moda, entre la alta sociedad, de poseer un esclavo negro y esta moda se plasma casi de inmediato en los talleres de los maestros pintores, que ejecutan retratos en pie de su noble clientela acompañada por negritos disfrazados de paje. Pero un día de 1664, durante uno de los embarazos de la soberana, llega la noticia de que Nabo ha fallecido súbitamente...

La reina tiene un embarazo difícil, llena de inquietudes y a menudo enfermiza. La mañana del 16 de noviembre de 1664, se hacen sentir los primeros dolores. El parto es largo y delicado, temiendose por la vida de la parturienta y del fruto de su vientre. Tras interminables horas, Maria-Teresa da a luz a una pequeña niña negra y, ante tamaña visión, se cree morir del tremendo disgusto. Los galenos y cortesanos asistentes están estupefactos. El cuerpo médico intenta, enseguida, encontrar explicaciones atribuyendo el color de la piel de la recién nacida al régimen alimenticio de la reina durante su gestación. También atribuyen las influencias del clima demasiado frío o caluroso, y de que a la niña le faltó aire durante el parto... Pero, aparte de las estrambóticas teorías exculpatorias, nadie se olvida del paje negro Nabo.
Se dice que la niña era frágil de salud y que falleció a los 48 días, un 26 de diciembre. El doctor Patin, médico y decano de la facultad, señala en su correspondencia: "la pequeña tuvo convulsiones y murió esta mañana; era débil y delicada, jamás tuvo salud."
Este hecho es recogido por varios cronistas de la época; sin embargo, no se han encontrado relatos de testigos directos de la muerte de la princesa negra.

Testimonios de la Duquesa de Montpensier y de Voltaire

En sus memorias, la Grande Mademoiselle, Ana-Maria-Luisa de Orléans, duquesa de Montpensier (prima-hermana de Luis XIV), relata el difícil parto de la reina y describe a la recién nacida niña negra:
"Monsieur (Felipe de Francia, duque de Orléans y hermano menor de Luis XIV) me contó lo difícil de la enfermedad de la reina, de toda la gente que había cuando se trajo a Nuestro Señor, de cómo su primer capellán se había desmayado de aflicción y el príncipe y toda la gente junto con él se habían reído de la cara que puso la reina cuando vio que la hija que había dado a luz, se parecía a un pequeño moro que el señor de Beaufort había traído, que era muy bonito y que siempre estaba con la reina; cuando se dieron cuenta de que su hija se le podía parecer, se lo llevaron, pero ya era demasiado tarde, y le dijeron que la niñita era horrible, que no viviría y que no se lo dijera a la reina porque se moriría."

Voltaire, que fue a ver a la mora al convento de Moret, avanza la teoría de una hija bastarda del rey. Escribe en su "Siglo de Luis XIV":
"Ella era muy morena y, por lo demás, se parecía a él. El rey le regaló 20.000 escudos de dote al ponerla en un convento. La opinión que tenía de su nacimiento era motivo de orgullo para ella, lo cual molestaba a sus superioras. En un viaje al Real Sitio de Fontainebleau, Madame de Maintenon fue al convento de Moret y quiso inspirar más modestia a la religiosa. Ella hizo lo que pudo para sacarle esa idea que alimentaba su orgullo. "Señora -le dijo la religiosa-, la molestia que se toma una dama de su rango en venir a decirme que no soy la hija del rey, sólo me lo confirma".

La religiosa de Moret y las hipótesis

Treinta años más tarde, en 1695, habiendo fallecido en 1683 la reina Maria-Teresa, la Marquesa de Maintenon presenta al convento de la Benedictinas de Moret a una joven negra -una mora, como se decía entonces- para que pronuncie sus votos solemnes y tome el hábito. Toda la corte está invitada a la ceremonia, y el 15 de octubre, el rey concede una pensión a la joven: 300 libras. Estas disposiciones parecen, de por sí, excepcionales, pero la atención que la Familia Real presta a esta religiosa no hace más que acrecentar la sorpresa y la sospecha.


La Marquesa de Maintenon, antigua aya de los bastardos reales nacidos de los amores entre el rey y la Marquesa de Montespan, y desde 1683 esposa morganática del monarca, va frecuentemente al convento de Moret para visitar a la mora. El Gran Delfín Luis, hijo y presunto heredero del rey Luis XIV, y sus hijos los príncipes Luis, duque de Borgoña, y Felipe, duque de Anjou, también acuden a visitarla. ¿Quién es esta joven que suscita tanta atención y deferencia? No parece tener ninguna duda sobre su auténtica identidad. El duque de Saint-Simon cuenta que "le oyó decir descuidadamente una vez, al oír que Monseñor (el Gran Delfín) cazaba en el bosque, que era su hermano quien estaba cazando."

Sería entonces la hermana o hermanastra del Gran Delfín. Manifiestamente, ella no puede ser hija del rey Luis XIV y de la reina Maria-Teresa, pues ¿por qué milagro habría de ser negra? Pero podría ser la hija de Luis XIV y de una negra. La hipótesis seducía a Voltaire, el mismo que también ideó la teoría de que la Máscara de Hierro era un hermano gemelo de Luis XIV. Sin embargo, la hipótesis cuesta asimilar. Todas las amantes del rey eran conocidas, sus bastardos registrados y en aquella Francia del siglo XVII, las mujeres negras escaseaban... su número fue más frecuente en el siglo XVIII, habiéndose consolidado la moda entre la nobleza el tener un esclavo o esclava de color a su servicio.

No queda más que la teoría, más plausible y lógica, de que la monja negra fuera, en realidad, la hija que tuvo entonces la reina Maria-Teresa el 16 de noviembre de 1664 y presuntamente fallecida 48 días más tarde. Cabe imaginar que, abandonada y arrinconada, condenada al ostracismo por los cortesanos y el rey, Maria-Teresa se abandonase un "ratillo" entre los brazos reconfortantes de su esclavo negro, graciosamente bautizado con el nombre de Nabo, y que la princesita negra fuera el fruto de su desliz (o de varios)...

Este último argumento daría con la explicación de tantas atenciones por parte del rey y de su hijo el Gran Delfín, y de las repetidas visitas de Madame de Maintenon, ella que siempre estuvo en buenos términos con la reina y que encubrió, inicialmente, la existencia y educación secreta de los muchos bastardos del rey antes de que fueran debidamente presentados y oficialmente reconocidos. Si las faltas del rey eran públicas y asumibles, fruto de una larga tradición entre los soberanos galos que oficializaban -desde el reinado de Carlos VII, en el siglo XV- a sus queridas y a sus hijos ilegítimos, cosa que no afectaba en nada la continuidad e indiscutible legitimidad dinástica, no así se contemplaba en el caso de las reales consortes, estrechamente vigiladas para que no se dejasen seducir por otro hombre que no fuese el rey. Recordemos los casos de "La Torre de Nesle", en el que las nueras del rey Felipe IV el Hermoso, fueron asesinadas por cometer adulterio, o la especial relación que existió entre la reina Isabeau de Baviera con su cuñado el duque de Orléans, provocando la duda de que si su hijo Carlos VII era bastardo o no... Y mucho más cercano, el caso de la reina Ana de Austria, esposa de Luis XIII, sentimentalmente asediada por el duque de Buckingham, y que proporcionó a Dumas un buen argumento para sus "Tres Mosqueteros".

Un último apunte: la monja negra de Moret llevó los nombres de pila de Luisa Maria Teresa, y vivió entre 1664 y 1732.

http://retratosdelahistoria.lacoctelera.net

0 comentarios: