Corsarios Nazis. El Atlantis.

viernes, 27 de mayo de 2011

Tal vez pueda sonar raro oír hablar de Corsarios durante la Segunda Guerra Mundial, pero les aseguro que haberlos los hubo y muy eficaces por cierto. Eran barcos mercantes alemanes modificados que se dedicaron a hacer el corso y que causaron no pocos quebraderos de cabeza a los barcos aliados.

El más famoso de todos ellos fue El Atlantis, que en sus casi dos años de campaña marítima hundió o capturó un total de 22 naves haciéndose además con valiosas mercancías e importantes documentos. Más de lo que pueden decir muchos destructores o submarinos.

En 1939 el buque mercante Atlantis, perteneciente a una empresa privada, es requisado por la armada alemana y conveniente modificado. Se le instalan varios cañones y ametralladoras todos ellos ocultos pero que podían descubrirse y estar operativos en una rápida maniobra.

Detalle del armamento instalado en el Atlantis.

También disponían de diferentes banderas y modos de camuflaje para parecer un barco de tal o cual nación, de cualquier nación menos Alemán.

A menudo los “cambios de imagen” se realizaban en alta mar. Incluso la tripulación se disfrazaba con ropas típicas del país que simulara el barco.

Así, de esta guisa, el Atlantis se acercaba a sus confiadas víctimas, barcos mercantes desarmados y solitarios, y cuando estaba lo suficientemente cerca descubría su verdadera identidad y realizaba varios disparos de aviso para que se detuvieran. Además hacía una seria advertencia de que no hicieran uso de su radio.

El Atlantis descubriendo sus armas.

Era vital que el buque corsario mantuviera el anonimato sobre sus características y posición para poder seguir pasando desapercibido. Si el barco asaltado trataba de todas maneras de usar la radio volaban la torre de comunicaciones y si persistía en su falta de colaboración, era hundido. Afortunadamente, fueron pocas las veces que se tuvo que llegar a la última opción.

Con esta táctica y en 602 días de campaña continuada (récord absoluto) el Atlantis capturó 22 presas a las que vaciaba y luego hundía o escoltaba entero hasta un puerto Alemán o amigo.

Diferentes aspectos del Atlantis.

Pero de entre todas las capturas del Atlantis habría que destacar la del barco inglés SS Automedon. Aparte de su correspondiente botín en mercancía, el Automedon guardaba una pequeña sorpresa, una “partida extra” en forma de documentos calificados como Alto Secreto en donde se detallaban la situación de las fuerzas aéreas y navales británicas en Oriente así como notas precisas sobre los sistemas de defensa de Singapur.

El SS Automedon

Se piensa que estos documentos fueron decisivos para la toma de Singapur por parte de los japoneses e incluso se cree que influyeron en el ataque de Pearl Harbor. Japón obsequió con una bella espada samurai al capitán del Atlantis por este “favorcito”. Solamente Rommel, ni siquiera Hitler, había recibido un regalo semejante.


Por cierto, no he hablado todavía del capitán corsario y he decidido dejarlo para el final pues creo que se merece una mención especial. Aparte de su evidente capacidad marinera y bélica el capitán Bernhard Rogge, que así se llamaba, era también un perfecto caballero. Además de apenas causar bajas en sus capturas, el capitán Rogge siempre cuidaba de que se recogieran todos los náufragos y el trato que daba a los prisioneros de sus capturas era excepcional, dejándolos en puerto seguro en cuanto tenía ocasión.

Esta foto del Atlantis salió en la revista LIFE. La sacó un reportero que viajaba en un barco y que fue capturado y posteriormente liberado por el capitán Rogge. Esta foto fue decisiva para la identificación y posterior captura del buque corsario

Incluso, cuando el Atlantis fue hundido, el capitán Rogge dio preferencia al salvamento de los prisioneros (civiles la mayoría) antes que a su propia tripulación.

Momento del rescate por un submarino alemán de la tripulación del Atlantis.

Para que se hagan una idea de la excelente catadura moral de este hombre, basta decir que después de la guerra recibió el apoyo de sus propios prisioneros y en los juicios de Nuremberg fue puesto en libertad sin cargos llegando incluso, más adelante, a ser comandante de la OTAN.

Oficiales del Atlantis con el capitán Rogge.

El capitán Bernhard Rogge es un claro ejemplo que incluso hasta en la guerra, el ser humano puede llegar a mantener un punto de dignidad.


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