Reinaldo de Chatillón ( II y Último )

jueves, 19 de noviembre de 2009

El propio Reinaldo, que cobraba peaje a las caravanas que atravesaban Siria en dirección a Egipto, le daría la excusa que Saladino necesitaba para romper la tregua, al atacar una caravana que incumplía la tregua al llevar una enorme escolta. Este ataque proporcionó la excusa que Saladino necesitaba para declarar la guerra y disponerse a invadir el reino en 1187. Según la leyenda en la caravana viajaba una hermana de Saladino con su hijo. Pero es tan solo una leyenda, en realidad es falso que viajaran en la caravana.

La campaña de Saladino culminó con la derrota cristiana en la batalla de los cuernos de Hattin el 4 de Julio de 1187. Una derrota ocasionada por la falta de agua y la disensión entre los cristianos, solo el conde Raimundo de Trípoli se libro de la batalla, al atravesar las filas musulmanas en una carga de caballería. La falta de muchas tropas egipcias en el punto de ruptura que usó Raimundo para escapar y el no poder regresar a la batalla al cerrarse el cerco sobre el ejército cristiano, hizo pensar a muchos que les había traicionado. El ejército cristiano peleó valientemente, pero la superioridad numérica del enemigo, el cansancio y la falta de agua acabaron con la resistencia cristiana. Entre los muertos estaba el obispo de Acre, que llevaba con él la Santa Cruz, que cayó en manos enemigas. Entre los capturados estaba el rey Guido, los maestros de los templarios y hospitalarios y varios de los nobles más importantes; entre ellos a Reinaldo de Chatillón.

Saladino mandó ejecutar a todos los prisioneros de las órdenes militares de templarios y hospitalarios. Saladino invitó a su tienda al resto de nobles e ilustres prisioneros, dio de beber agua al rey Guido y este pasó la copa a Reinaldo que después de beber se la pasó al resto, según la hospitalidad musulmana no podía matarse a un enemigo al que se invita a beber. Pero Saladino había jurado matar a “Arnat”, nombre que aplicaban los musulmanes a Reinaldo y adujo que éste había tomado agua sin su consentimiento. Reinaldo sabía que su suerte estaba echada de antemano y respondió dura y altivamente al Sultán, hasta que fue asesinado. Según algunas fuentes fue el propio Saladino quien le mató según otras fueron sus hombres, el caso es que luego de muerto Reinaldo, Saladino untó sus dedos en la sangre del enemigo muerto y se pintó la cara, como símbolo de su venganza. Tras la derrota de Hattin, una a una todas las ciudades y señoríos del reino cayeron en manos de Saladino, incluso Jerusalén fue conquistada, pese a la valiente defensa que hizo Balian d’Ibelin de la ciudad. La perdida del reino fomentaría la Tercera Cruzada para intentar recuperarlo.

El fin de Reinaldo de Chatillón fue celebrado por todo el mundo musulmán, solo él se había atrevido a llevar a cabo una guerra total, atacando psicológicamente a su enemigo, en sus lugares santos, una guerra más propia del siglo XX que de la época. Pese a su brutalidad y falta de escrúpulos tenía una gran visión estratégica sobre el conflicto y mucho valor. Saladino al cortar su cabeza, cortó una cabeza que sabía como destruirle y destruir su imperio. Muchos le acusan de provocar el conflicto por su ataque a la caravana en 1187, pero en mi opinión Saladino habría buscado cualquier excusa, sabedor de que no tendría mejor oportunidad de acabar con el reino cristiano que la que había debido a la disensión política debida a la sucesión del trono de Jerusalén. La caravana fuertemente escoltada fue un cebo en que Reinaldo hincó el diente y dio una excusa perfecta a Saladino. Reinaldo amaba las batallas más que a su propia vida.

© 2007 – Autor: Marco Antonio Martín García

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