Posiblemente sea el mejor y más completo acueducto que nos queda de todos los que se construyeron en el Imperio Romano, no solo por su excelente conservación, sino también por su concepto, tamaño y diseño.
Ha sufrido algunas destrucciones parciales, remodelaciones e incluso las desaparición parcial de sillares, en concreto de cornisas.
La grandiosidad, armonía e integración que la obra aporta al paisaje de la ciudad han sido motivo fundamental para que en que, en las acciones de restauración se mantuviese el diseño original, siendo la más importante la acometida por los Reyes Católicos. Es, sin duda, la obra de ingeniería más artística y monumental de la historia romana.
Su datación es complicada, ya que no nos quedan inscripciones claras o documentación suficiente para certificar el origen de su construcción. Se le ha atribuido a Trajano, a Cludio, a Nerva o a Domiciano. Pero lo que es seguro es que debió ser a finales del S.I o primeros del S.II..
De este segundo depósito sale la conducción elevada que es conocida en todo el mundo. Está compuesta de 166 arcos de medio punto -68 sencillos y 44 dobles superpuestos-, y su longitud total es de 638 m. El trazado de esta sección elevada no es recto, tiene varias partes que varían su dirección:
- La primera es de 65 m. y consta de 6 arcos de hasta 7 m. de altura.
- La segunda mide 159 m. con 25 arcos de hasta 8m.
- La tercera es de 281 m. con 44 arcos y de 12 m. de altura.
- Por último, la parte más conocida, está compuesta por 43 arcos dobles -86- y dos sencillos, el primero y la último. Las luces de los superiores son ligeramente más amplias, de unos 5,1 m. Esta arquería termina en la muralla. Desde allí hasta el deposito general -castellum aquae- existian 9 arcos sencillos, de los cuales solo nos quedan cuatro. Llega a medir 29 m. de altura en su zona más elevada. Precisamente en este punto es donde se encuentra el espacio destinado a la incripción, que mide 16 m. de largo por 2 de alto. En su lado occidental se ha transcrito:
En esta parte del acueducto se aprecia el sistema contructivo "escalonado" de los pilares. En su base, la planta mide 3 m. po 2,5 m., pasando a ser de 2,5 m. por 1,8 en su zona final. Los "escalones" sucesivos miden 3,6 m. de altura, menos el último que es de 5,1 m. En cada uno de ellos el pilar disminuye en 0,3 m. y es rematado por una cornisa.IMP NERVAE TRAIANVS CAES AVG GERM P M TR P II CO S II PATRIS PATRIAE IVSSV
P. MVMMIVS MVMMIANVS ET P. FABIVS TAVRVS IIVIRI MVNIC FL SEGOVIESIVM
AQVAM RESTITVERVNT
Detalle de las cornisas de los pilares |
Los pilares de planta rectangular no son uniformes en sus medidas, variando de 2 a 3 m. por 3 a 4 m. Igualmente las luces de los arcos son variables, de 4 a 6m.
La fábrica es de sillares de granito -piedra berroqueña- labrados toscamente y colocados en seco, esto es a hueso, en un número aproximado de 25.000. El ático es de mampostería -opus incertum-, y en su interior se encuentra el canal, rodeado de hormigón romano e impermiabilizado con opus signinum.
Actualemente se han realizado importantísimas acciones de restauración y conservación de este monumento patrimonio de la humanidad.
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LA LEYENDA DEL ACUEDUCTO DE SEGOVIA
Cuentan, que en tiempos muy remotos había una criada que servia en una casa de un rico lugareño, cuya casa miraba desde lo alto a la plaza de azulejo.
La muchacha tenia como misión trasladar cada día el agua fresca del río para uso y disfrute del señor.
La faena era tremendamente penosa, tanto por la distancia como por las cuestas que había hasta llegar a la casa.
Así iba desgastando su energía la muchacha día a día, sabiendo que al día siguiente le esperaba el mismo calvario.
Como necesitaba el dinero, no podía abandonar el trabajo. Un día, se derrumbó de autentico cansancio y desesperación antes de llegar a la casa.
Tanto fue su desespero, que aun siendo una buena muchacha, entre lagrimas invocó al diablo ofreciéndole su alma con tal de no tener que ejercer nunca más faena tan penosa. El diablo raudo y veloz, como si hubiera leído su pensamiento se presentó ante la joven para aceptar el trato.
La joven lanzó su propuesta y le dijo: “Si eres capaz de hacer algo para traer el agua del río justo a la casa de mi señor y librarme de esta agonía antes de que salga el sol, te entregaré mi alma para siempre”. El diablo aceptó el trato pero le hizo firmar a la muchacha un pacto de sangre allí mismo.
Contento por poder contar con un alma más, se esfumó antes de que la joven se diera ni cuenta.
La muchacha se arrepintió en seguida de lo que había hecho, pero se tranquilizó pensando que seria imposible que el diablo cumpliera su promesa en una sola noche, así que terminó como pudo su jornada y se fue a su casa a descansar, aunque no pudo conciliar el sueño.
Cuando cayó la noche, una gran tormenta asoló la ciudad.
Solo la muchacha sabia que no era un simple tormenta, si no el mismo diablo cumpliendo lo que ella le había pedido.
Se asomó a la ventana y pudo contemplar como miles de diablos estaban construyendo una mole arquitectónica, estaban levantando piedra a piedra un acueducto. La muchacha entonces se dio cuenta d que estaba perdida y rezó y rogó pero nadie le contestó.
La obra siguió durante toda la noche hasta que solo quedaba una piedra por poner.
El diablo agradeció a todos sus maléficos ayudantes su colaboración y entre bailes y risotadas se encaminó hacia el último hueco que quedaba sin prisas, sabiéndose ganador. De pronto, sonó un gallo y el diablo paró en seco desconcertado. Un rayo de luz se anticipó a la noche y el diablo no había colocado la última piedra...había perdido!.
Indignado, se fue dejando atrás la grandiosa obra casi terminada y el alma de la muchacha libre. La joven arrepentida corrió hacia la iglesia para confesar al sacerdote lo que había ocurrido y este, convencido de que había sido un milagro que la muchacha escapara de las garras del diablo, ordenó colocar una imagen de la virgen y de San esteban en el hueco de la piedra .
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