«En el camino había un valle en pendiente, y en toda su longitud, a ambos lados, se levantaban collados altos y contiguos; por la parte delantera opuesta a este desfiladero estaba obstaculizado en toda su abertura por un monte escarpado y difícil; por la parte de atrás había un lago que dejaba sólo un paso muy estrecho en dirección al desfiladero, al pie de la cadena montañosa».
El lago Trasimeno ocupa en la actualidad una superficie de 128 Km2, con una profundidad máxima de 6 metros. Sin embargo, hay que tener en cuenta que desde la Antigüedad las aguas han descendido sensiblemente en el lugar donde supuestamente se desarrolló la batalla. Tanto los depósitos aluviales procedentes del río Macerone, como la construcción de un canal en 1421 han contribuido notablemente a este descenso de las aguas (De Beer, 1969, pp. 192-194). Como en tantos otros casos, la fotografía aérea ha sido de inestimable ayuda en el estudio de este episodio.
Vista del Lago Trasimeno.
Aníbal cruzó los Apeninos posiblemente por la rura que une Bologna y Pistoia, pasando por el puerto de Collina, de 952 metros de altitud (Walbank, 1957, p. 413; Caven, 1980, p. 119; Lancel, 1997, p. 121). Desde la zona de Pistoia, el ejército púnico atravesó una zona pantanosa provocada por los desbordamientos del río Arno (Liv. XXII, 2, 2.). La travesía, según Polibio, duró cuatro días y tres noches (Pol. III, 79, 6.), y se convirtió en un auténtico calvario para los hombres de Aníbal. El cartaginés no fue ajeno a los sufrimientos: perdió un ojo a causa de una infección contraída en aquellos pantanos. El relato de Polibio es bastante descriptivo:
«La mayoría de las acémilas cayó en los lodazales y murió; su caída, con todo, prestaba una utilidad a los hombres, porque si se sentaban encima de ellas y de los bagajes lograban emerger del agua y descabezar un breve sueño durante la noche. No pocos caballos perdieron las pezuñas debido a la marcha continua encima del lodo. Y el mismo Aníbal se salvó con dificultad a lomos del único elefante superviviente, pasando muchas penalidades. Sufría, además, dolores terribles por una fuerte inflamación ocular que padecía y que acabó privándole de la visión de un ojo, ya que en aquella situación no se podía detener ni cuidar» (Pol. III, 79, 9-12).
Finalmente el ejército púnico logró atravesar aquella zona y llegar a Fiésole, localidad que dista unos 37 kms en línea recta de la de Pistoia. Aquí, Aníbal supo por sus exploradores que el ejército romano, al mando del cónsul Flaminio, se encontraba acampado en los alrededores de la ciudad de Arezzo (a unos 50 kms.) (Liv. XXII, 3, 1). Aníbal sabía que debía actuar antes de que los dos cónsules unieran sus fuerzas, puesto que Servilio se encontraba en Rímini, a unos 90 kms. Ésa precisamente había sido la razón por la que el cartaginés había optado por la complicada travesía de los pantanos. Si hubiera tomado la ruta ideal, por la Romaña actual, siguiendo la Via Flaminia, hubiera sido blanco fácil al permitir la unión de los dos ejércitos consulares (Walbank, 1957, p. 413; Caven, 1980, p. 119; Lancel, 1997, p. 121).
Flaminio recibió la noticia de la llegada de Aníbal a Fiésole demasiado tarde, perdiendo la oportunidad de esperarle a la salida de los pantanos, cuando habría gozado de la enorme ventaja que suponía el agotamiento producido por la complicada ruta (Lancel, 1997, p. 122). En lugar de dirigirse a Aretium, en busca del ejército romano, el ejército cartaginés se dirigió hacia el sur, arrasando toda la región de Chianti. Las columnas de humo provocadas por el fuego que devastaba los campos de Etruria podían verse desde la propia Aretium. Ante aquella situación, el cónsul Flaminio prescindió del consejo de sus oficiales, que le pedían precaución y mantenerse a la espera del ejército de Ariminium (Rímini), y ordenó a sus tropas iniciar la marcha en busca del enemigo (Pol. III, 82, 1-7; Liv. XXII, 3, 3-14). Mientras, el ejército cartaginés continuaba avanzando en dirección a Roma, quemando todo a su paso. Poco después de pasar Cortona, cuando los romanos estaban ya cerca, los púnicos giraron hacia el este. Así, atravesando el desfiladero de Borghetto, el ejército de Aníbal llegó a la llanura de Tuoro, que actualmente tiene una anchura de dos o tres kilómetros, pero que en la Antigüedad era sensiblemente más estrecha. Transcurre por este espacio el río Macerone, formando una pequeña cuenca rodeada por unas «sierras en forma de anfiteatro y cubiertas de bosque» (De Beer, 1969, p. 194). Este espacio queda cerrado, de nuevo, poco antes de la localidad de Passignano, a la que se accede por otro desfiladero.
Zona donde muy probablemente se desarrolló la batalla. Obsérvese el relieve. ©Google Earth.
Los romanos llegaron muy avanzado el día a la entrada del desfiladero, por lo que Flaminio decidió acampar. Aníbal, por su parte, dedicó toda la noche a planificar la emboscada; situó a los africanos y a los iberos en el desfiladero que cercaba la llanura de Tuoro por el este. Ordenó a los lanceros y a los honderos baleares ocultarse en las colinas situadas frente al lago, estirando sus líneas lo más posible, cubriendo el lado occidental de la llanura. Mientras, los baleares y la caballería se ocultaron en la zona occidental, en el lugar por donde los romanos debían pasar para acceder a la llanura (Pol. III, 83, 2-7; Liv. XXII, 4, 1-3. ).
La mañana del 21 de junio del 217, las tropas romanas se adentraron en el desfiladero de Borguetto. Según las fuentes clásicas (Pol. III, 84, 2-7; Liv. XXII, 4, 6), la niebla impedía ver con claridad, y aunque no es improbable que se trate de una excusa de los historiadores prorromanos para justificar la derrota, no son extrañas las mañanas brumosas en entornos como este. Por supuesto, el lago Trasimeno no es una excepción:
¿Dónde se esconde Aníbal? Fantasmal mañana en el Lago Trasimeno. (Fuente: http://flickr.com/photos/mauro_orlando/367037796)
Cuando los romanos llegaron al extremo de la planicie y vieron a las tropas enemigas en frente era ya demasiado tarde. Aníbal daba la orden a los emboscados, que cayeron rápidamente sobre los horrorizados romanos, gritando y sembrando el desconcierto entre sus oficiales, muchos de los cuales ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar. La masacre había comenzado; no pocos romanos murieron en la formación de marcha, sin siquiera poder formar para el combate. El propio cónsul caía durante el combate a manos de un galo (Pol. III, 84, 6; Liv. XXII, 6, 4). Otros legionarios y aliados, presos del pánico, intentaban nadar aguas adentro y morían ahogados arrastrados al fondo del lago por el peso de sus propias armas. Los que no se decidían a internarse en las aguas y se quedaban cerca de la orilla no encontraron mejor destino; cayeron presa fácil de la caballería de Aníbal (Pol. III, 9-19; Liv. XXII, 6, 6-7). El combate terminó, según Livio, al cabo de unas tres horas (Liv. XXII, 5, 3-5): 15.000 soldados se dejaron la vida por el bando romano, mientras que en el ejército cartaginés las bajas rondaron, según Polibio, 1.500 hombres, la mayoría galos (Pol. III, 84, 7; 85, 5). Tan sólo lograron escapar del desastre 6.000 hombres de la vanguardia, que lograron abrirse paso entre la infantería ibera y norteafricana. Sin embargo, poco después serían apresados por la caballería púnica, uniéndose al resto de prisioneros y sumando un total de 15.000 (Pol. III, 84, 11; 85, 2; Liv. XXII, 6, 8; Plut. Fab. Max. 3, 3).
No se han hallado armas en la zona, pero sabemos que Aníbal hizo recoger el armamento romano para equipar a su infantería (Pol. III, 87, 3; 114, 1; Liv. XXII, 46, 4). De Beer ha querido justificar la localización a traves de algunos topónimos de la zona, tales como Gorghe di Annibale, una colina al norte de la llanura de Tuoro, así como los de la localidad de Sanguinetto y el monte Sanguigno, derivados, en su opinión, de la palabra «sangre» (De Beer, 1969, p. 197).
http://paxceltibera.wordpress.com
La Batalla de Trasimeno
lunes, 14 de diciembre de 2009(Polibio; III, 83, 1)
Publicado por juanjo en 11:13
Etiquetas: GRANDES BATALLAS
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