Batalla de Maratón

viernes, 12 de febrero de 2010

Trasfondo de la batalla

En 511 a. C., con la ayuda de Cleómenes I, el rey de Esparta, la gente ateniense expulsa a Hipias, tirano de Atenas. Hipias huyó a Sardes, a la corte del sátrapa más cercano, Artafernes, y le prometió el control de Atenas si lograban restaurarlo en el poder.

Mapa de la Campaña Persa.

Cuando Atenas exigió a Persia que entregara a Hipias para ser enjuiciado, los persas se negaron, lo que provocó que Atenas, en vísperas de la revuelta jónica (499 – 494 a. C.), enviara 20 naves en ayuda de los jónicos. La ciudad de Eretria también había enviado ayuda, aunque no sirvió de mucho ya que la rebelión fue subyugada. Esto alarmó a Darío, que deseaba castigar a las dos ciudades. En 492 a. C., envió un ejército bajo el mando de su yerno, Mardonio, a Grecia. Empezó con la conquista de Macedonia y obligó a Alejandro I a abandonar su reino, mientras que en el camino al sur, hacia las ciudades-estados griegas, la flota persa fue arruinada en una tormenta en el cabo Athos, perdiendo 300 naves y 20.000 hombres. Mardonio fue forzado a retirarse a Asia. Los ataques de los tracios infligieron pérdidas al ejército persa en retirada.

Algunas polis creyeron que una victoria persa era inevitable y desearon probablemente asegurar una posición mejor en el nuevo régimen político que era seguir la conquista persa de Atenas. Darío, deseando aprovecharse de esta situación para conquistar Atenas, que aislaría a Esparta, conquistaría al resto de los griegos en el Egeo y consolidaría su control sobre Jonia. Para esto Darío pensaba en hacer dos cosas:

  • Sacar al ejército y derrotarlo en campo abierto.
  • Lograr la rebelión de la ciudad para rendirse a los persas.

Para esto envió exclusivamente fuerzas navales al mando de Artafernes, que fue el que hizo el trato con Hipias, y a Datis, un medio-almirante de Mardonio para que tomara por sorpresa la ciudad.

Fuerzas enfrentadas

Según Heródoto, la flota enviada por Darío consistió en 600 trirremes, mientras que, según Cornelio Nepote, había solamente 500. Las fuentes históricas no revelan cuántos transportes con exactitud envió. Según Heródoto, 3.000 naves de transporte acompañaron a 1.207 naves durante la invasión de Jerjes en 480 a. C. Stecchini estima que la flota entera abarcó 600 naves en conjunto: 300 trirremes y 300 transportes; mientras que Peter Green dice que había 200 trirremes y 400 transportes. Diez años antes, 200 trirremes no pudieron someter Naxos, así que una flota de 200 o 300 trirremes es quizás inadecuada para los tres objetivos. Heródoto no estima el tamaño de cualquier ejército. Del ejército persa, él dice que eran un ejército de infantería bien equipado. Entre las fuentes antiguas, el poeta Simónides, otro cercano-contemporáneo, dice que las fuerzas de la campaña contaban con 200.000; mientras que un escritor posterior, el romano Cornelio Nepote estima la caballería en 10.000 y en 200.000 la infantería, de la cual solamente 100.000 combaten en la batalla, mientras que el resto fue cargado en la flota que rodeaba el cabo Sunión; Plutarco y Pausanias dan independientemente 300.000, al igual que el diccionario de Suda; Platón y Lisias afirman 500.000; y Justino 600.000. Los historiadores modernos también han hecho varias estimaciones. Kamporis ha observado, que las 600 naves eran buques de guerra y no de transporte, ya que los soldados no solo descendían, sino que una parte se quedaba a defender la flota misma para combatir en caso de contienda (típica táctica persa usada después de la batalla de Lade y durante la invasión de Jerjes), 18.000 es el número que aventura. Pero puesto que la flota sí tenía naves de transporte, deben, por lo menos, haber llevado a la caballería persa. Mientras que Heródoto dice que llevaron a la caballería dentro de los trirremes, la flota persa había dedicado las naves para esta empresa, y según Éforo, la flota de la invasión de Jerjes fue acompañada por los 800 transportes 10 años más tarde.

Mapa de las regiones en la antigüedad, en amarillo: region donde se desató la revuelta.

Las estimaciones para la caballería están generalmente en la gama 1.000 - 3.000, sin embargo Cornelio Nepote da 10.000. Otros historiadores modernos han propuesto otros números para la infantería. Bengtson: 20.000 persas; Paul K. Davis: 20.000 persas; Martin Moerbeek: 25.000 persas; How & Wells: 40.000; Bussolt y Glotz: 50.000; Stecchini: 60.000 soldados persas en Maratón; Kleanthis Sandayiosis: de 60.000 a 100.000 soldados persas; Peter Green; 80.000, Meier: 90.000. Los eruditos que estiman unos números relativamente pequeños para las tropas persas opinan que el ejército no podría ser muy grande para caber en las naves. En cuanto al ejército griego, las fuerzas de Eretria, combinadas con los atenienses y platenses podría igualarlo, y se habría buscado posiblemente dar batalla fuera de Eretria. Naxos solamente registró 8.000 soldados griegos en el 500 a. C. y con esta fuerza se defendió con éxito contra la invasión persa de 200 naves 10 años antes. El tamaño del ejército ateniense es otro tema de discusión. Algunos historiadores recientes han dado alrededor 7.000-8.000, mientras que otros afirman que fueron 10.000. Pausanias afirma que no sobrepasó los 9.000, mientras que Justino y Cornelio Nepote dan 10.000 como el número de los atenienses.

Heródoto nos dice que en la batalla de Platea, once años más tarde, los atenienses enviaron 8.000 hoplitas mientras que otros al mismo tiempo fueron contratados como “epibates” a la flota que luchó más adelante en la batalla de Mícala. Pausanias anotó los nombres de los esclavos anteriores que fueron liberados a cambio de servicio militar tras la batalla. También es posible que los griegos no atenienses que residían en Atenas fueran reclutados, puesto que tenían obligaciones militares hacia Atenas en tiempos de gran emergencia (por ejemplo en 460 a. C.). Sin embargo, para Maratón, esto no es mencionado por ninguna fuente que haya llegado a nuestros días, y su número en Atenas no era tan significativo en 490 a. C. pues fue más adelante cuando Atenas se convirtió en cabeza de la liga de Delos.

Antes de la batalla

Durante cinco días, los ejércitos se enfrentaron en forma pacífica, esperando progresos, con el ejército ateniense estrechando lentamente la distancia entre los dos campos, y arrimándose hacia los árboles que cubrían sus lados contra los movimientos de la caballería, para así impedir su movimiento. El tiempo iba a favor de los atenienses; era probablemente el ejército persa el que decidiría moverse primero. En el sexto día, cuando Milcíades era el general del prytanevon, posiblemente el 12 de septiembre o 12 de agosto de 490 a. C. los persas decidieron atacar Atenas. Los atenienses ya habían visto pelear a la caballería persa durante la revuelta jónica por lo que era esencial para los griegos evitar que los persas la usaran. Varios historiadores han supuesto que esto no era cierto, porque la caballería que había subido a las naves, no estaba en el campo de batalla sino rumbo a los muros de Atenas, por lo tanto existe un interrogante con respecto a si los persas usaron caballería o no en la batalla. Según Heródoto, en ese punto los generales habían decidido entregar la dirección, rotatoria entre generales del prytanevon, a favor de Milcíades. Él eligió el día en que su tribu sería conducida para el ataque, quizás porque deseó llevar la responsabilidad completa de la batalla. Decidió moverse contra los persas muy temprano por la mañana, pidió a dos tribus que formaran el centro de la falange, la tribu de Leontis conducida por Temístocles y la tribu de Antiochis que fue conducida por Arístides, la profundidad era de 4 filas, mientras que el resto de las tribus estarían en los lados con 8 filas de hombres.

La distancia entre los dos ejércitos era de 1.500 metros. A veces se podía escuchar el grito de guerra de los atenienses: Ελελευ! Ελελευ!” (Eleleu, Eleleu), esto fue una sorpresa para los persas que creyeron que los atenienses habían enloquecido por el combate. Es también una cuestión de discusión si el ejército griego atacó desde el principio o marchó hasta que alcanzaron el límite de la eficacia de los arqueros en la “zona de guerra”. Los autores de la última opinión observan que es muy duro moverse con la pesada armadura de los hoplitas por lo tanto era algo imposible movilizar un ejército a esa distancia, aunque también se justifica ya que en esa época los soldados poseían una muy buena condición física, por lo tanto existía una posibilidad de que hubiese comenzado el ataque desde esa distancia. El trabajo del hoplita se había convertido, recientemente, en un deporte olímpico, o sea que si hubiera atacado desde el inicio, la distancia entera habría sido cubierta en cerca de 5 minutos, mientras que si hubieran marchado, habría tomado probablemente 10, bastante tiempo para que los persas pudieran reaccionar, cosa que no hicieron.

Formación y composición de los persas

Inmortales, frescos del palacio de Darío en Susa, Irak.

Los ejércitos persas, que aunque estaban mayoritariamente formados por infantería, poseían gran cantidad de arqueros bien entrenados, dado que muchos de los soldados profesionales persas estaban obligados a saber tirar con el arco y la flecha, lo que los hacía capaces de desempeñarse en varios tipos de combate, sin embargo esto no significaba que fueran expertos en dichas disciplinas. Otros soldados que poseían era los Takabara, pero éstos eran mayormente utilizados para propósitos marinos. La infantería persa estaba compuesta por el Sparabara (infantería pesada con escudo); en ningún momento Heródoto menciona que hubiera una muralla de escudos persas, típica táctica persa para atacar, sin embargo, sí la describe en las posteriores batallas de Platea y de Mícala. La táctica de los persas consistía en debilitar las líneas enemigas y desorganizarlas para terminar de exterminarlos en retirada con la ayuda de la caballería. La caballería (si es que estuvo o no) era utilizada de la manera tradicional: embestida en caso de carga y de un excelente cambio de golpes en campo cerrado, tenemos que remarcar que la caballería que utilizaban los persas era una de las mejores en su tiempo, ya que era reclutada en tierras como Armenia, Bactria, Sogdiana, regiones que se caracterizaban por el manejo y combate a caballo. Los ejércitos persas tenían generalmente tropas iraníes de élite, las cuales eran puestas en el centro de la formación. Heródoto confirma que éstos pusieron en orden al ejército persa en el campo de batalla.

Formación y composición de los griegos

Dibujo moderno de una falange. Los hoplitas, a excepción de los espartanos, realmente no fueron equipados tan uniformemente como parece, pues podían comprar su propio equipo y adornarlo a su criterio.

Durante la revuelta jónica la falange griega fue diezmada con el ataque de las flechas persas y aniquilada con la caballería. Milcíades tenía experiencia en el ejército persa, ya que fue testigo en una campaña en Escitia en el 513 a. C. El ataque de los persas con arqueros hace creer que desorganizó a la línea principal de los griegos, sin embargo, Heródoto menciona que la formación de los griegos siguió el patrón normal, acatando las órdenes y destaca que en ningún momento se rompió la línea en la etapa inicial. Esto es apoyado por el hecho de que había pocas muertes en esa fase de la batalla.

El centro griego fue reducido a cuatro filas, de las ocho normales. Las alas mantuvieron sus ocho filas. Si Milcíades hubiera deseado solamente extender la línea y evitar que la línea persa traspasase a los griegos, habría debilitado, uniformemente, el ejército entero para no dejar puntos débiles.

Pero Heródoto categóricamente indica que era una decisión consciente para consolidar los lados, probablemente para tener una fuerza para derrotar las alas de los persas, de manera que al haber menor cantidad hubiera más lucha en un campo cerrado.

Representación de un hoplita. Debía comprar su panoplia. Aquellos que podían pagarlas eran colocados en las primeras filas de la falange y los que no eran puestos en las últimas.

El frente del ejército griego estaba formado por 250 × 2 individuos (para las tribus de centro) más 125 × 9 (para las tribus laterales y los platenses)=1.625 hombres. Si los persas tenían la misma densidad que los griegos y eran 10 filas fuertes, entonces el ejército persa que se oponía a los griegos sería de 16.000 hombres.

El frente tenía una separación de 1,4 metros entre los soldados persas, por un metro para cada griego y tenía una densidad de 40 a 50 filas como parece ser el máximo posible para el ejército persa llano, incluso hubo lucha con 110 líneas, entonces el ejército persa se numeraba en 44.000 a 55.000. Las líneas persas contaban con 2.000 hombres por línea y poseían una formación de 30 líneas, lo que significa que el ejército contaba con 60.000 hombres. Kampouris sugiere esta cifra de 60.000, que desde entonces era el tamaño estándar de una formación persa.

El combate

Las posiciones iniciales de las tropas antes del combate. Los Griegos (azules) levantaron sus alas para alentar las esquinas de su centro perceptiblemente más pequeño en una forma de C. La flota persas (rojo) estaba anclada en el este, y su ejército formó en linea recta. Esta gran distancia de los barcos desempeñó un papel fundamental en la fases posteriores de la batalla.
Las alas de los griegos (azul) envuelven los flancos persas (rojos) mientras que su centro realiza un ataque en retroceso que llena el vacío hecho por lo griegos.

Los griegos avanzaron de ambos lados retrasando el centro para formar las alas de ataque que, aunque con menos tropas, tendrían el espacio para enfrentar al ejército persa. Heródoto menciona que aunque la fila central retrocedió no se rompió. Tampoco las filas laterales se rompieron puesto que las muertes totales fueron bajas, y la mayoría fueron sostenidas durante la fase pasada de la batalla. El retraimiento griego en el centro, además de tirar de los persas hacia adentro, también atrajo a las alas griegas al centro, acortando la línea griega. El resultado fue un envolvimiento doble y la batalla terminó cuando el ejército persa, apretado en la confusión, se vio obligado a retirarse. Sucumbiendo ante el pánico los persas se retiraron a sus naves que más tarde fueron perseguidas por los griegos. Los lados fueron dejados abiertos de modo que las filas persas se rompieran, puesto que incluso su ejército derrotado mantenía ventaja numérica después de la batalla. Algunos, desconocedores del terreno local, corrieron hacia los pantanos donde se ahogaron. Heródoto registra que 6.400 cuerpos persas fueron contados en el campo de batalla, y es desconocido cuántos fallecieron en los pantanos. También se mencionan siete naves persas capturadas y ninguna hundida. Los atenienses perdieron 192 hombres y los Platenses 11, más durante la persecución final cuando su armadura pesada probó ser una desventaja. Entre los muertos estaba el Polemarca Calímaco y el General Estesilao. Según Ctesias, Datis murió en la batalla, Heródoto, sin embargo, lo menciona vivo después de la batalla y que devuelve una estatua de Apolo a Delos que había quitado anteriormente su ejército, aunque él no lo menciona cuando el ejército vuelve a Asia.

Después del Combate

Estatua de Filípides anunciando la victoria de Atenas.

Al finalizar la batalla, y sabiendo del ataque de la flota persa a la ciudad, Milcíades decide enviar a su soldado más veloz, el corredor Filípides, con órdenes de anunciar la victoria de Atenas en Maratón sobre el ejército persa. La leyenda nos cuenta que Filípides recorrió el camino desde el campo de Maratón hasta Atenas, sumando alrededor de 42000 metros, al llegar a la ciudad anunció ¡Hemos Vencido! y, sin más fuerza, cayó muerto. En homenaje a esta proeza se realiza el llamado “Maratón”, un recorrido de 42,195 kilómetros a trote, aproximadamente la misma distancia que recorrió Filípides (los 195 metros se añadieron en Londres, en 1908, para que el final de la carrera coincidiera con el palco presidencial donde estaba la reina).

Monumento en homenaje a la batalla de Maratón (Reconstruido).

Tan pronto como los persas vencidos se hicieron a la mar, las dos tribus del centro permanecieron para guardar el campo de batalla y el resto de los atenienses marcharon a Atenas. Un escudo había sido levantado sobre la montaña cerca del llano de la batalla, que era la señal de una victoria sobre el imperio persa o para que ellos se retiraran (según Heródoto). Artafernes, tuvo una oportunidad de desembarcar; sin embargo no lo hizo y regresó a Asia. Al día siguiente, el ejército espartano llegó, cubriendo los 220 kilómetros en solamente tres días. Algunos historiadores modernos dudan que viajaran tan rápido. Los espartanos llegaron a Maratón y se encontraron con que los atenienses habían obtenido una gran victoria frente a los persas. Esto produjo un gran trastorno para los persas que no habían sido derrotados en tierra durante varias décadas, ni siquiera por Samagetas ni por Escitas, cuyas tribus era nómadas. De esta manera se demostró la vulnerabilidad de los persas. Mucha gente sujeta al Imperio persa se rebeló siguiendo la derrota de Maratón y el orden no fue instaurado hasta después de muchos años. Los atenienses concedieron a los muertos de Maratón el honor especial de ser los únicos que fueran enterrados donde murieron en vez del cementerio principal de Atenas en Kerameikos. En la tumba de los atenienses, Simónides escribió:

Ελλήνων προμαχούντες Αθηναίοι Μαραθώνι χρυσοφόρων Μήδων εστόρεσαν δύναμιν. Los Atenienses, defensores de los Helenos, en Maratón destruyeron al poderoso vestido de oro Meda.

La tumba fue excavada en 1880 por los arqueólogos alemanes. El equipo, sin embargo, no incluyó a ningún antropólogo y, por lo tanto, no podían determinar el número de cuerpos en la tumba. El mismo equipo también encontró, en una zanja, un contenedor con una gran cantidad de huesos humanos precipitados y enterrados que fueron identificados como el lugar del entierro de los persas. Para los atenienses, la victoria dio confianza a la gente. Dos años más tarde se puso a prueba el Ostracismo y su primera víctima fue un amigo de Pisístrato.

Conclusión

Columna levantada en homenaje a Calímaco, caído en la batalla de Maratón.

Maratón no fue una batalla decisiva frente a los persas, pero llenó a éstos de preocupación e intranquilidad, ya que era la primera vez que los griegos derrotaban a los persas en campo abierto. La victoria dotó a los griegos de una fe con la que resistieron tres siglos los embates persas, durante los cuales florecieron su cultura y pensamiento, que serían las bases para el posterior desarrollo del mundo occidental. John Stuart Mill opinó que "fue un acontecimiento más grande que la batalla de Hastings". Kampouris ve la batalla como "falta de operaciones puramente marítimas, debido a sus debilidades inherentes". Algunos historiadores demandan que fue una maniobra al azar de Milcíades. ¿Cómo era Cannas antes de esta batalla? En batallas hoplíticas, los dos lados eran generalmente más fuertes que el centro, porque cualquiera de ellos tenía el punto más débil (derecho) o el punto más fuerte (lado izquierdo). Sin embargo, antes de Milcíades y después de él, hasta Epaminondas, ésta era solamente una cuestión de calidad, no cantidad. Milcíades tenía experiencia personal del ejército persa y sabía de sus debilidades. Pues su disciplina fue demostrada después en la toma de las islas Cícladas, él tenía una estrategia integrada sobre derrotar a los persas, por lo tanto no hay razón para que él no hubiera podido pensar en una buena táctica. El envolvimiento doble se ha usado desde entonces: el ejército alemán utilizó una táctica similar en la batalla de Tannenberg.

Heródoto menciona para varios acontecimientos a la fecha en el calendario lunisolar, del cual cada ciudad-estado griega utilizó una variante. El cómputo astronómico permite que derivemos una fecha absoluta en el calendario Juliano que fuera utilizado mucho por los historiadores como marco cronológico. August Böckh en 1855 concluyó que la batalla ocurrió el 12 de septiembre de 490 a. C. en el calendario Juliano, y ésta es la fecha convencionalmente aceptada. Sin embargo, esto depende de cuando Esparta llevó a cabo su festival y es posible que el calendario espartano fuera un mes anterior al de Atenas. En ese caso, la batalla ocurrió el 12 de agosto de 490 a. C. Si la batalla realmente ocurrió en agosto, las temperaturas en el área alcanzan típicamente sobre 30 grados centígrados y hacen así que Maratón fuera un campo inestable.



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