Infancia y adolescencia
Enrique de Castro González nació el 23 de septiembre de 1949 en Oviedo, capital del Principado de Asturias, aunque paso su infancia en el barrio avilesino de Llaranes. Era hijo de Enrique de Castro (cuyo apodo, Quini, heredará), y María Elena González, siendo el primero de los tres hijos del matrimonio. Sus hermanos son Jesús, que fue portero del Sporting de Gijón durante diecisiete años y falleció ahogado en 1993 en la playa cántabra de Pechón; y Rafael, Falo, que jugó también de portero en el Sporting Atlético, filial del equipo gijonés.[1]
Quini vive en la capital asturiana, en una casa propiedad de su abuela, hasta los cinco años, cuando la familia se traslada a vivir a Avilés, merced a la concesión de una vivienda en el poblado de Llaranes, construido para los trabajadores de la empresa ENSIDESA, en la que trabajaba Enrique de Castro, padre. Allí discurre su infancia y adolescencia.
Estudia en el Colegio Salesiano Santo Ángel, donde comienza su carrera futbolística. Juega en el equipo del colegio, el Grupo Deportivo Bosco. Así recuerda sus inicios:
En edad juvenil pasa a engrosar las filas del Bosco Ensidesa. Así recuerda dicha fase de su carrera:
Inicios futbolísticos
Su carrera futbolística empieza a ser prometedora y le resulta difícil compaginarla con sus estudios y proyectos de futuro laboral, viéndose obligado a dejar la escuela de aprendices de ENSIDESA, primero, y la empresa Montajes del Tera, a la que había entrado con la intención de aprender el oficio de soldador, después. Siendo aún juvenil, se le convoca para defender a la selección española en dos partidos del Campeonato Europeo contra Alemania, que apea al combinado español del torneo.
En 1967, merced al enorme olfato goleador que había demostrado, pasa a jugar al primer equipo: el Club Deportivo Ensidesa, de Tercera División, donde coincide con otros históricos del Sporting como Castro, Churruca y Megido. Sus inicios en el equipo son algo decepcionantes: en la banda derecha, donde se le coloca en la demarcación de extremo derecho, parece desvanecerse la capacidad goleadora que había demostrado hasta entonces. Se produce entonces una oferta del Real Oviedo para contratar sus servicios, ofreciéndosele jugar en el Oviedo Vetusta, filial del equipo capitalino, entonces en Tercera División, pero la decisión de su padre entonces es tajante, decantándose por mantener a su hijo en el Club Deportivo Ensidesa, que juega en la misma división pero en el que, al tener su sede en Llaranes, se evita la incomodidad de los desplazamientos a la capital.Finalmente, la llegada de un nuevo técnico, José Luis Molinuevo, al Ensi, como se conocía cariñosamente al equipo avilesino, supone el espaldarazo final a la carrera de Quini. Molinuevo lo alinea como interior, y el jugador recupera su acierto goleador. Un soberbio partido contra el filial del Sporting de Gijón, en el que marca cuatro goles, despierta el interés de los ojeadores del equipo gijonés, necesitado de un delantero centro. Así recuerda Quini su trascendental paso por el Ensi:
Los buenos partidos que había hecho con el Ensidesa llaman la atención del equipo gijonés, que contrata sus servicios el 9 de noviembre de 1968. Debuta con el Sporting el 22 de diciembre en el Estadio Benito Villamarín de Sevilla, ante el Real Betis, formando la alineación de los gijoneses Castro, Echevarría, Florín, Uribe, Valdés, Herrero I, Lavandera, el propio Quini, Montes, Eraña y Churruca; en un partido que el equipo sevillano ganó por un gol a cero.
El domingo siguiente vuelve a ser alineado, y entonces sí, debuta como goleador, cabeceando un centro de Echevarría en un partido contra el Racing de Ferrol en que el Sporting formó con Castro, Echevarría, Florín, Uribe, Valdés, Herrero I, Lavandera, el propio Quini, Solabarrieta, Eraña y Churruca.
Primer Trofeo Pichichi y llamada a la selección
Su segunda temporada en el equipo supone un importante hito doble: el Sporting consigue, tras diez años en la categoría de plata del fútbol español, el ascenso a Primera División; en lo personal, Quini obtiene el primero de sus siete trofeos Pichichi tras marcar 24 goles y, junto con los también sportinguistas Castro, Herrero II y José Manuel, consigue el campeonato de Europa con la Selección Española amateur bajo las órdenes de José Santamaría, marcando cuatro goles en la final celebrada en Forti di Marmi ante la selección italiana.
Tales éxitos hacen que Ladislao Kubala, seleccionador nacional absoluto, se fije en Quini, convocándole por primera vez en 1970. Tras una serie de entrenamientos, debuta con el combinado nacional el 28 de octubre de 1970 en La Romareda, en Zaragoza, ante Grecia. Tras comenzar el partido como suplente, sustituye a Gárate y marca uno de los dos goles de España, que vence a los griegos por dos goles a uno. El equipo español formó así: Iribar, Melo, Sol (Gallego), Uriarte, Adelardo, Costas, Amancio (Rodilla), Luis, Gárate (Quini), Marcial y Rexach. Aquél sería el primero de 35 partidos con la Selección (el último sería el disputado en Madrid contra la República Federal Alemana el 2 de junio de 1982), con la que disputará dos campeonatos mundiales (Argentina 1978 y España 1982) y una Eurocopa (Italia 1980) pero con la que, sin embargo, marca sólo ocho goles, al disfrutar pocas veces de la libertad del nueve de que gozaba en el Sporting y el Barcelona, encomendándosele a veces labores de marcaje que cumple correctamente pero no tan vistosas como las de goleador a las que estaba acostumbrado, lo cual levantó en ocasiones las críticas de la prensa, como él mismo recuerda:
Uno de los partidos más destacados de su carrera internacional lo disputó el 20 de noviembre de 1974 en Glasgow, en el estadio Hampden Park ante Escocia, en el que marcó tres goles, uno de los cuales fue anulado, que recuerda así:
Hay una gran jugada por la derecha con centro final de Costas; mi marcador, al que había logrado eludir de un agarrón, se quedó atrás, lo cual facilita que conecté [sic] un gran chut, sobre la marcha que supondría el primer gol para España. [...] En la segunda parte, Planas realiza una jugada sensacional y me da un pase medido; [...] chuto a puerta, siguiendo la trayectoria del balón como tengo costumbre; el portero no sujeta el balón, lo que aprovecho para marcar el segundo gol. Y siguiendo mi racha, en jugada de Villar-Rexach-Roberto Martínez, consigo un buen cabezazo que suponía el tercero, pero que me anulan inexplicablemente.
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