Renace la reina de las minas

lunes, 11 de julio de 2011

Apuesta de la inversión extranjera por España. El mayor proyecto industrial minero se abrirá en Andalucía, en la mina de Riotinto en 2012 de la mano de EMED Mining. Más de 212 millones de euros de inversión total, de los que ya se han acometido 33. Se crearán unos 350 puestos de trabajo directos durante un mínimo de 14 años, que llegarán a 1.000 con la puesta a punto de las infraestructuras. Serán 1.300 millones de aportación al PIB de la provincia de Huelva. En tiempos de crisis, suena a quimera o a espejismo. Más, en una zona deprimida como la comarca minera de Huelva, que maneja cifras récord de paro en España: 40% entre los hombres y 60% entre las mujeres.

El proyecto prevé una inversión total de más de 212 millones de euros

Según Harry Anagnostaras- Adams, australiano y consejero delegado de EMED Mining, "las minas de Riotinto podrían estar listas para entrar en producción de aquí a un año. Acabamos de presentar a la Junta de Andalucía toda la documentación necesaria para poner en marcha la operación, y solo estamos pendientes de su visto bueno. En ese momento, la actualización de las infraestructuras existentes precisará una inyección inmediata de 91 millones de euros y generará unos 1.000 empleos directos durante un periodo máximo de un año. Luego, unos 350 por 14 más". Tras más de 5.000 años de historia, estas minas todavía tienen mucho que decir, y lo que determina la viabilidad o no de la explotación de sus recursos son las condiciones del mercado y los avances de la tecnología, según Adams.

¿Qué ha sucedido para que un yacimiento que se creyó agotado, cuya baja ley lo calificó de antieconómico en el momento del cierre en 2001, vuelva a ser rentable? Pues que los vientos que soplan internacionalmente cada vez son más favorables para el mercado del cobre. La voracidad de la demanda de países como China, India y otras economías asiáticas ha situado los precios promedio en la primera mitad de 2011 por encima de cinco dólares la libra, en máximos.

Según la firma Metal Gestión, "este precio promedio, un 17% superior al de 2010, que a su vez fue un 46% superior al de 2009, está bien fundamentado en la debilidad de la oferta, con inventarios a la baja en las tres Bolsas de metales más importantes: Londres, Nueva York y Shanghái. Los analistas descartan la posibilidad de existencia de burbuja alguna en los precios del cobre".

Los expertos del sector coinciden en que el crecimiento de los países emergentes continuará ejerciendo una fuerte presión sobre la demanda mundial en las próximas dos décadas, lo que, unido al importante déficit de suministro de metal y concentrados que se producirá a partir de 2013, apunta a precios sostenidos por encima de los 5.500 dólares la tonelada que maneja el proyecto en su evaluación económica, asegurando la rentabilidad de la explotación.

Seducidos por el rico metal, grandes inversores institucionales de todo el mundo, especialmente de países con larga tradición minera y financiera, como Canadá, Australia, el Reino Unido y Estados Unidos, financian sin vacilaciones la fiebre exploradora de unas y otras.

La exploración cuesta mucho dinero, el riesgo es muy elevado y menos de uno de cada cien yacimientos explorados llega a ser una mina, pero con un mercado tan estable al alza como el actual la rentabilidad de ese número ínfimo es muy elevada y permite financiar el resto de la actividad.

Para Adams, las minas de Riotinto son un proyecto de muy bajo riesgo, porque el recurso se conoce muy bien y se ha operado durante mucho tiempo. "Nosotros lo haremos de acuerdo con estándares del siglo XXI. También acabamos de recibir buenas noticias de fuera España para operar una mina de oro en Arabia Saudí", recalca el directivo.

A pesar de un escenario tan proclive, para EMED Mining, el camino hasta aquí ha sido muy difícil. A través de su filial local EMED Tartessus, la empresa lleva cuatro años batallando en trincheras jurídicas y administrativas, castigadas por el tempestuoso cierre de las minas, en aquellos tiempos propiedad de Minas de Riotinto, SAL, que quebraron, entre otras razones, como consecuencia de la caída de los precios del cobre.

El cierre dejó en la calle a cientos de trabajadores, con el consiguiente quebradero de cabeza para la Junta de Andalucía, y con una deuda de más de 60 millones, 17 de ellos con la seguridad social. Esta deuda ha sido asumida por EMED Tartessus junto a la restauración ambiental del entorno, que nadie abordó tras el cierre, y un programa de exploración que pueda alargar el futuro de la mina; partidas que suponen un compromiso de 100 millones de euros. -

Resurgir minero

Tras años de atonía inversora, el capital internacional vuelve a España de la mano de la minería. Si el cobre se concentra en el sur, en Asturias y Galicia hay proyectos de oro, y de uranio y wolframio en Salamanca. La filial de Orvana en España, Kinbauri, acaba de reactivar la producción de oro en Asturias de sus minas de Carles y Boinás y la multinacional canadiense AsturGold, que compró a su compatriota Río Narcea los derechos sobre el yacimiento de Salave, en Tapia de Casariego, intenta desbloquear la pasada oposición del Principado de Asturias a este proyecto que, en operación, produciría 125.000 onzas de oro al año, por un valor de 187 millones de dólares anuales durante 12 años. En Corcoesto, A Coruña, la canadiense Edgewater también confía en abrir una mina de oro que lleva explorando durante años. Lluis Boixet, el geólogo delegado de la compañía, reflexiona: "De cada 10.000 proyectos para abrir una mina de oro cuaja uno. Tras media vida buscando el oro de Corcoesto, por fin parece que podremos sacar el de aquí". Si hay en el mundo una mina emblemática y milenaria, esa es la de Riotinto. Cuna y escuela de generaciones que luego se batieron el cobre en la minería internacional, durante muchos años fue la mayor explotación del mundo contemporáneo, y ahora lo será de Europa. Aunque en Riotinto consta actividad mineralúrgica desde mediados del IV milenio antes de Cristo, el momento de máximo apogeo en épocas antiguas se da entre los siglos IX y VIII, antes de Cristo, en el esplendor de la antigua Tartessus. Tras un periodo de decadencia, los romanos extraen y funden de manera intensiva plata, oro, cobre y hierro entre los siglos I y V. Las minas entran después en una larga fase de declive y olvido que se extiende hasta finales del XIX, cuando en 1873 un Estado español arruinado vende la concesión al británico Hugh Matheson por casi 93 millones de las antiguas pesetas. Los ingleses manejaron la concesión como una colonia más de su imperio victoriano hasta 1954, con todos los claroscuros que esto implica, pero crearon escuela. Tras numerosos vaivenes mercantiles, la empresa se constituyó en 1992 como una sociedad. -

Diario El País

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