Esparta fue sin lugar a dudas, el paradigma de un estado militarista, aunque no expansionista sino puramente defensivo. Nunca ambicionó controlar amplios territorios, pero su política agresiva hizo necesario perfeccionar una formación de combate (la falange) cuyo origen hoy es incierto. Lo que sí conocemos con bastante exactitud era la composición de la falange, el armamento ofensivo y defensivo de los hoplitas que la formaban y cuál era el espíritu que los alentaba. Este presente trabajo trata de describir los puntos más importantes del ejército espartano y los detalles que lo convertían en único en su especie.
La vida militar es la clave de la concepción espartana del Estado. Casi desde que puede empuñar una lanza, el joven espartano se encuentra en una situación de servicio permanente, en un ejército articulado mediante una estructura compleja pero sencilla de asimilar.
La unidad básica era el enomotiai (grupo de 40 hoplitas unidos por un juramento). A partir de esta unidad se vinculan las pentecostys (4 enomotias = 160 hoplitas), lochas (4 pentecostys = 640 hoplitas) y moras (2 lochas=1.280 hoplitas). En un principio hubo cinco lochas en el ejército, que fue reforzado con un sexto (contingentes de Sciris, periecos e ilotas).
En el año 426 a.C se calcula que Esparta disponía de 6 moras (unos 8.000 hoplitas). Aunque el número fue decreciendo progresivamente. Al mando de cada mora figuraba un polemarco. Los seis polemarcos formaban una especie de estado mayor que asesoraba a los reyes espartanos. En la conducción de la guerra.
Además, el ejército contaba con un único cuerpo de caballería compuesto por 400 jinetes dedicados a tareas auxiliares como veremos más adelante.
La formación de combate de la falange se constituía a partir de la “hilera”. Marchaba como un bloque compacto cuadrado con 16 soldados de fondo (“orden cerrado”), que podía evolucionar hasta los 32 (“orden grueso”) o alcanzar los 8 (“orden delgado”). Al parecer, era frecuente que estuviera formada por un frente de 256 soldados (16 “filas”) por 16 de fondo.
Hasta el año 413 a.C los espartanos no poseyeron una flota que organizaron del modo ateniense.
En los orígenes, la organización militar se hacía de acuerdo con las tres tribus dorias en cuerpos de brigadas, y en las acciones bélicas, la aristocracia desempeñaba un papel muy destacado, primando el combate singular.
Después de la reforma, el ejército se organizó de acuerdo con una base territorial surgiendo la falange hoplítica. A partir del 669 a.C, la guerra se hizo más técnica, convirtiendo al soldado en un elemento más de la falange. Las filas hoplitas estaban dispuestas en profundidad, con formaciones de cuatro a ocho filas más habituales. Los hombres que se situaban en la vanguardia eran los primeros en caer y ser aplastados por los que venían detrás. Así se producía el forcejeo entre ambos ejércitos, tratando de sobrepasarse el uno al otro hasta que alguno huía. Como bien señala Murray la huída era lo más fácil ya que no existía persecución a causa del pesado armamento.
Cada soldado iba equipado con grebas de bronce, coselete del mismo metal, así como también del casco diseñado para ofrecer la máxima protección aunque incómodo y de escasa visibilidad. El armamento defensivo se completaba con un pesado escudo circular (aspis) de madera sostenido por un asa central y otra en el borde. Estos escudos estaban decorados con motivos guerreros y a menudo, chapados en bronce. Las armas ofensivas incluían una larga lanza no arrojadiza, muy pesada de una longitud que podía ser una vez y media la talla del espartano y una espada corta para enfrentamientos a escasa distancia.
El aspis era redondo y de unas dimensiones mayores que los utilizados anteriormente, tenía unos 90cm de diámetro y en su interior llevaba una abrazadera (parpax), para meter el brazo de forma que este quedara más sujeto, y un sistema de agarrado (antilabe), para poder asirlo con la mano. Pero lo revolucionario de este escudo era su finalidad, sus grandes dimensiones permitían proteger la parte izquierda del cuerpo, y el lado derecho del compañero de fila que es la parte vulnerable, al ser la mano derecha donde se lleva el arma. Esto causaba una impresión de seguridad que debía de tranquilizar mucho al hoplita. En cambio la impresión para el enemigo tenía que ser terrible, al ver enfrente de ellos una gigantesca muralla de escudos y lanzas sin fisuras. De esta forma, el hoplita podía atacar al enemigo sin dejar ninguna parte de su cuerpo al descubierto. Su único punto débil era el soldado colocado más a la derecha de la formación, pues no tenía a nadie que le protegiera, por este motivo la falange tendía a escorarse. Los griegos en este puesto colocaban al mejor luchador que tenían siendo conscientes del punto débil de la formación. Tucídides (V,71) nos describe esto en su descripción de la batalla de Mantinea, “Los ejércitos hacen todos esto: suelen cabecear hacía su ala derecha en las acometidas y, en consecuencia, dominan ambos con su ala derecha el ala izquierda del contrario, y ello a causa de que cada soldado, por temor, protege lo más posible su lado desnudo (es decir, el derecho) con el escudo del compañero situado a su derecha, y por considerar que la formación compacta es lo que ofrece mayor seguridad. En realidad, el que inicia el desvío es el que va primero por la derecha, en su afán de hurtar continuamente la parte desnuda de su cuerpo a los contrarios; después, le siguen por el mismo temor los demás”. La otra ventaja del aspis, era el aprovechamiento táctico que se hacía de él. Los hoplitas cargaban contra el enemigo formando en filas y columnas, cuanto más densas en profundidad eran estas filas, más fuerte era el impacto sobre el enemigo. Aquí el escudo era un arma terrible, utilizándolo para empujar mientras con la mano derecha en la que se portaba la espada o la lanza aseteaban una y otra vez al enemigo.
Todo el equipo en su conjunto podía pesar entre 35 y 70 Kilos, por esta razón se necesitaba de la ayuda de personal que les ayudaran a portear el equipo cuando salían de campaña. Se sabe que los espartanos antes de la batalla de Platea llevaron consigo hasta siete ilotas como ayudantes para ayudarles con el equipo (además de alejarlos del Peloponeso para mayor seguridad).
Los campamentos espartanos estaban establecidos de forma circular si no había ningún río o muralla. Un cuerpo de jinetes vigila desde los lugares más altos si algún enemigo se acerca y por la noche las guardias son realizadas por los esciritas (infantería ligera) que ponen especial cuidado en vigilar los movimientos de los ilotas. A lo largo de su historia, encontramos frecuentemente este recelo de los espartanos hacia los ilotas.
El areté espartano.El principal poeta espartano, Tirteo, es el que mejor define este sentimiento, típicamente lacedemonio. En sus poemas aparece por primera vez la nueva ética de la época de los hoplitas. Pero no podemos confundir el areté tirteico con el término más antiguo que pertenece a Homero. O. Murray diferencia claramente estas dos ideas, en Homero la palabra areté se refiere al carácter sobresaliente en cualquier tipo de cosas, Tirteo la define explícitamente como el valor inmutable necesario en las batallas de los hoplitas.
El guerrero combate por su familia y por el estado. Su muerte no es motivo de deshonra si cae en la vanguardia cumpliendo con su misión. Pues es hermoso morir si uno cae en la vanguardia cual guerrero valiente que por su patria pelea (6,7 d). Pero aquél que deja caer sus armas y huye sufre la pena de atimía con la única redención de una nueva prueba de heroísmo. Se puede decir que sólo había dos alternativas; regresar a casa con el escudo o encima de él. En el momento de esa muerte, no había diferencias sociales entre los hoplitas. Los muertos se honraban como héroes independientemente de su status social y su tumba y sus hijos están entre los hombres famosos (…), jamás su noble fama se extinguió ni su nombre (9.d). Con el paso de los años, esta máxima espartana (luchar o morir) estaba condicionada por la educación recibida, la autoridad del Consejo y la ausencia de alternativas en la lucha. El soldado espartano mostraba su valor, pero se trata de un valor desesperado, obligado a combatir por el estado y por su familia en guerras cada vez más lejanas y por intereses diversos. Su valor llegará a alcanzar niveles épicos, pero superado por un estado que ahogará hasta destruir su supervivencia. Creo que este valor está muy alejado de una concepción romántica de los espartanos.
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