La batalla del bosque de Teutoburgo

domingo, 10 de julio de 2011

Antecedentes de la batalla de Teutoburgo

Julio César había conquistado la Galia y había establecido la frontera romana con Germania en el Rin y los Alpes. En el 44 antes de Cristo, César (el primero de los doce césares, para ser más preciso, pero eso es otra historia), es asesinado y designa como heredero al que más tarde sería conocido como Augusto. Este hecho provoca una guerra civil que acaba con la muerte de Marco Antonio y con Augusto en el poder. En medio de este ambiente de crisis política y de guerras intestinas, los germanos cruzaban casi impunemente el limes del Rin.

Cuando, el poder en Roma vuelve a estabilizarse, Augusto comienza a tomar acciones para el apaciguamiento de Germania. Druso y Tiberio comienzan acciones punitivas al otro lado del Rin que acaban con el establecimiento del último limes romano en el río Elba y la creación de la provincia de Germania Magna. Pero esta provincia no era más que algo meramente nominal. Pese a que algunas de las tribus germanas estaban sometidas, muchas de ellas seguían siendo tan belicosas como antes, pese a la presencia militar romana en la región.

La batalla

Dadas estas circunstancias, se hacía necesario la presencia de un gobernador fuerte en la zona. Para el puesto, Augusto eligió a Publio Quintilio Varo, exgobernador de Siria. De él se decía que llegó pobre a una provincia rica y salió rico dejando una provincia pobre. También se hablaba de su dureza (incluso a ojos de los romanos) al reprimir el levantamiento judío que se produjo después de la muerte de Herodes el Grande. Veleyo Patérculo, decía de Varo que era una persona codiciosa, lento de mente y cuerpo, más dado a la molicie que a la disciplina del campamento y que pensaba que se podía someter a los germanos con la fuerza de la Ley más que con la de la Espada.

En el año 9 a. C., Varo cruza el Rin con tres legiones (en torno a unos 20.000 soldados, contando los auxiliares, a los que habría que sumar, esclavos, comerciantes, prostitutas…) y establece sus campamentos de verano en territorio querusco (en la zona del actual Hannover). Como decíamos más arriba, los germanos no estaban completamente sometidos y, si a esto le sumamos la avaricia de Varo (entendía imponer la ley como imponer tributos abusivos), tenemos ingredientes más que suficientes para que un pueblo guerrero decida sublevarse.

Esta rebelión germana no fue como la gala liderada por Vercingétorix. En este caso, Arminio, querusco criado y formado en Roma, miembro de las legiones auxiliares y ciudadano romano, sabía que una insurrección abierta no podía triunfar. Conocía las tácticas legionarias, su disciplina, sus virtudes y sus defectos. Y decidió explotarlas.

Mediante engaños llevó a las tropas de Varo hacia el bosque de Teutoburgo, en las proximidades de la actual Bielefeld. A medida que las legiones de Varo iban avanzando, Arminio fue informando de pequeñas revueltas en aldeas próximas. El comandante romano permitió que algunas unidades se separasen del ejército para acabar con dichas sublevaciones. Ni que decir tiene que esas insurrecciones no existían y que las unidades separadas caían en constantes emboscadas que los aniquilaba.

La vanguardia germana (que hacía las veces de exploradora), al mando de Arminio, dejó el ejército romano. Los hombres de Varo avanzaban lentamente a través del bosque y los pantanos. Ya en el bosque de Teutoburgo, donde el terreno impedía un orden de marcha que permitiese la defensa en caso de ataque, comenzó a llover. Fue el momento en el que se desató la ofensiva germana. La sorpresa de la emboscada, sumada al poco espacio para maniobrar y a las dificultades añadidas por la lluvia, desordenaron las legiones. En estas circunstancias, una infantería pesada como la romana poco tenía que hacer contra las acometidas de la infantería ligera al mando de Arminio. Sin embargo, los legionarios lograron reagruparse, resistir y salir a un espacio abierto, donde eran prácticamente invencibles.

Las legiones de Varo volvieron a internarse en los bosques y de nuevo volvieron a encontrarse con el mismo escenario: una infantería ligera conocedora del terreno que masacraba una y otra vez a la infantería pesada, entorpecida por su propia impedimenta. La caballería romana trató de huir, pero fue masacrada antes de llegar al Rin. Varo y su estado mayor, a sabiendas de lo que sucedería si eran capturados con vida, optaron por el suicidio (tan en la línea del honor militar romano).

Finalmente, la batalla del bosque de Teutoburgo, también conocida como el Desastre de Varo, se saldó con la pérdida de tres legiones romanas más sus tropas auxiliares. Unos 15.000 romanos perdieron la vida en los bosques alemanes a causa de la mala gestión civil y militar de Publio Quintilio Varo.

Las noticias del desastre llegaron a Roma casi al mismo tiempo que la cabeza cercernada de Varo. Al recibirla, el siempre flemático Augusto quedó completamente consternado. Tanto que, según recoge Suetonio, “a menudo se golpeaba la cabeza contra una puerta y gritaba: “Quintili Vare, legiones redde! (¡Varo, devuélveme mis legiones!)”.

Roma, como no podía ser de otra forma, reaccionó enviando a Julio César Germánico al mando de ocho legiones. Germánico logró derrotar a la coalición liderada por Arminio, recuperar las águilas de las legiones (consideradas objetos casi sagrados por los romanos —perderlas suponía una deshonra—) y encontrando el lugar del desastre, donde rindió honores a los caídos.

Consecuencias de la batalla de Teutoburgo

Las consecuencias de la batalla del bosque de Teutoburgo fueron catastróficas para Roma. No sólo por la perdida de las legiones XVII, XVIII y XIX (cuyos números nunca volvieron a recuperarse). La derrota en Teutoburgo supuso que el limes se estableciese definitivamente en el Rin y se frenase la expansión romana en Europa. Lejos de suponer prosperidad, esta paz supuso un golpe muy duro para la economía romana, basada en la conquista y explotación de los recursos naturales de las regiones conquistadas.

A largo plazo (incluso tratándose del ámbito histórico), la derrota de Varo en Teutoburgo significó que Arminio, el guerrero querusco, pasase a convertirse en símbolo de la resistencia alemana a mediados del siglo XIX. La figura del héroe germano se esgrimió como modelo durante la Guerra Franco-prusiana de 1870 (que, junto con la Guerra Autro-prusiana de 1871, acabaría significando la unificación de los estados germánicos y la creación de Alemania). Durante la II Guerra Mundial, también fue recuperado por el partido nazi.

La figura de Arminio es tan mítica en el condado de Osnabrück, que el equipo de fútbol de Bielefeld se llama Arminia en honor al guerrero querusco.


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