Fue en el Gazpacho, ocasión en la que se ve a los amigos que residen fuera, donde nos encontramos mi amigo Juan Hernandez Pernil y yo. Le pedí que me hiciera un relato de los que nos acontecio con "nuestra medalla" de la Virgen que la Hermandad nos regalo a Proteccion Civil.
Este relato lo iba a utilizar, y de hecho lo hare, para una ocasion muy especial, pero no me resisto a publicarlo ya. Este es el relato de mi amigo Juan:
Muchas veces buscamos un porqué en lo que hacemos, algo que nos mueva o motive a hacer algo determinado en la vida, y muchas veces, buscamos y encontramos esa explicación dentro de nuestro ser.
El hecho de convertirte en voluntario, en solidario con nuestros semejantes, tiene mucho que ver con nuestros sentimientos mas personales, de servicio y de vocación al prójimo, algo siempre muy relacionado con la religión, sea cual sea ésta.
Una de las satisfacciones más grandes del ser humano, es la de haber contribuido en algo para mejorar las condiciones de vida de nuestros conciudadanos. Eso del “deber cumplido” que se dice a menudo. Pero, ¿Qué deber tiene el hombre de servir a los hombres? ¿con eso se nace o se hace uno?. No lo sé, pero si sé que cuando buscas una referencia en lo que haces, o para quien lo haces, o en nombre de quien lo haces, sale una figura a flote, una figura que en la mayoría de las veces no es terrenal, pero que idealizas en ella todo tu bien, y a la que le pides su protección y guía.
La Agrupación de Riotinto, que en tantos eventos de índole religioso, o con actos de religión de trasfondo, ha participado, siempre ha requerido, bajo la petición silenciosa de sus almas, que “eso” que estaban haciendo se llevara a efecto sin el más mínimo contratiempo, sin el mas pequeño de los problemas, sin que se note siquiera nuestra presencia.
Nuestra “relación” con la Nuestra Patrona nació pareja con nuestra Agrupación, allá por los comienzos de los 90, y se tradujo de forma simbólica en la entrega cada año de una ofrenda floral a la Virgen, coincidiendo con el primer sábado de novena. En ese acto, se le rogaba divina protección, y a la vez se le hacía una acto de agradecimiento por la exitosa labor realizada y reconocida por los mas diversos estratos de nuestra sociedad.
En ese acto de fe, de entrega mutua, suelen pasar cosas que, para unos pueden ser insignificantes y producto del azar; y para otros tiene esa “explicación” que busca a lo que hace, ese “porqué” de las cosas que pone titulo a una película que se vive y rueda día a día.
La Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario, nos hizo un regalo que consistía en una medalla de hermano enmarcada, la cual orgullosos todos los voluntarios, la colgamos en un lugar preferente de nuestra oficina, dentro del local que la Agrupación tenía, y tiene, en C/ Unamuno, en lo que era antiguamente el bar de Educación y descanso. Una noche entraron los cacos y se llevaron el dinero que los voluntarios tenían guardado fruto de sus servicios que a modo de gratificación habian donado personas e instituciones. Como parece que les supo a poco, no se les ocurrieron otra cosa que darle fuego al local. Ardió todo, mobiliario, documentos, aparatos de radiotransmisiones, uniformes, todo... Cuando pudimos entrar, ya que nos tocó a nosotros mismos apagarlo, nos encontramos en su lugar, colgado, el cuadro con la medalla de la Virgen, con el marco chamuscado, el cristal roto por la temperatura, pero... el cordón y la medalla intactas, impolutas.
Todos nos quedamos mirando "aquello", todos nos miramos unos a otros y en nuestra desolación surgió un sentimiento general. La protección que nos dio la patrona en tantos servicios que hemos realizados, de riesgo muchos de ellos, y la señal que todos vimos en ese cuadro, hizo que al día siguiente todos nos pusiéramos hombro con hombro a reconstruir el local. Muchas personas se ofrecieron a arreglar dicho cuadro, e incluso la Hermandad se ofreció a donarnos uno nuevo, Pero dije que no, dijimos que no, que ese cuadro tenía su "porque" y de ahí no se movería nunca. Con nuestras manos reconstruimos el cuadro, buscando entre las cenizas los trozos que faltaban y pegándolos con las manos, con nuestras manos reconstruimos el local y a día de hoy, me consta que ese cuadro sigue ahí, que seguirá ahí mientras nuestra Señora lo quiera. Hubo muchos curiosos que, sabedores del hecho, se acercaron a local para ver in situ lo acontecido y expresar su admiración por el cuadro.
También hubo muchos corazones que se alinearon con los nuestros e hicieron posible que aquella bonita historia siguiera su curso, un curso que ni el más cruel de los incendios fue capaz de acabar.
Como digo, aún hoy se ve la medalla tras un cristal ahumado por el calor y el humo que no quisimos limpiar porque, esa medalla no ha dejado de verse nunca en nuestros corazones a pesar de los pesares.
En la foto de arriba se puede ver el cuadro con la medalla. Se llevo al stand que la agrupacion puso en el primer gazpacho.
Personalmente, recuerdo cuando entramos en la oficina donde estaba ( y creo que esta) el cuadro, y al verlo todo negro fuimos a cogerlo para ver si se habia quemado entero o no.
No os podeis imaginar lo que sentimos los allí presentes cuando al intentar cogerlo, al solo rozarlo se desprendio el cristal por la parte del centro mas o menos, dejando a la vista la medalla.
En la imagen de arriba podeis observar claramente dentro del cuadro rojo el pedazo de cristal que se desprendio.
Gracias Juan por ayudarme a recordarle esta bonita historia a nuestro pueblo........y a descubrirsela a algunos que no la conocian.
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