Esquilero
I.G. | Actualizado 24.04.2010 - 01:00"Me va a costar siglos retirarme, pero tengo que hacerlo por salud". Setenta años lleva Martín Moreno en el coro minero que canta sus devociones a la Virgen del Rosario en una de las más bellas tradiciones del pueblo de Minas de Riotinto.
Cuando despierta el otoño se escucha en las calles la campana que lleva el son de la Esquila, tributo coral en las fiestas de la Patrona.
Setenta años, pues, desde la media noche hasta el amanecer, nueve días de ronda de los campanilleros. Desde 1939 lleva Moreno en el coro, en el que entró cuando tenía 13 años.
Ahora que cuenta 83 años y la bronquitis le va limitando dice adiós a una etapa entrañable en la que, cuenta emocionado, "la Vigen del Rosario ha sido y será siempre una madre para mí".Su fe, de hecho, y su afán de superación ha sido un talismán en los tiempos más difíciles.
"He pasado muchas vicisitudes en mi vida, desde que a los diez años murió mi padre y me puse a hacer cisco en el campo para llevar a mi casa algún dinero".
Con 14 años estuvo de ayudante en la farmacia de Sebastián Figueroa López de la calle Botica de la capital onubense y luego tres años en el Colegio Naval.
Para sacar adelante a sus cuatro hijos, trabajó como vendedor ambulante vendiendo joyas. "Mis hijos también me ayudaron mucho a mí y entre todos pudimos salir adelante y superar las malas circunstancias que nos dio la vida".
En la Compañía Minera de Riotinto estuvo trabajando en varios departamentos, primero paleando en la Corta Atalaya, luego como reparador de teléfonos y, entre otras labores, en el botiquín de primeros auxilios, en una época en la que eran frecuentes y graves los accidentes.
Se jubiló con 58 años y en la retrospectiva del tiempo tiene el resabio de los momentos críticos y el arraigo, el anclaje del amor a su pueblo y a su familia.
huelvainformación
Cuando despierta el otoño se escucha en las calles la campana que lleva el son de la Esquila, tributo coral en las fiestas de la Patrona.
Setenta años, pues, desde la media noche hasta el amanecer, nueve días de ronda de los campanilleros. Desde 1939 lleva Moreno en el coro, en el que entró cuando tenía 13 años.
Ahora que cuenta 83 años y la bronquitis le va limitando dice adiós a una etapa entrañable en la que, cuenta emocionado, "la Vigen del Rosario ha sido y será siempre una madre para mí".Su fe, de hecho, y su afán de superación ha sido un talismán en los tiempos más difíciles.
"He pasado muchas vicisitudes en mi vida, desde que a los diez años murió mi padre y me puse a hacer cisco en el campo para llevar a mi casa algún dinero".
Con 14 años estuvo de ayudante en la farmacia de Sebastián Figueroa López de la calle Botica de la capital onubense y luego tres años en el Colegio Naval.
Para sacar adelante a sus cuatro hijos, trabajó como vendedor ambulante vendiendo joyas. "Mis hijos también me ayudaron mucho a mí y entre todos pudimos salir adelante y superar las malas circunstancias que nos dio la vida".
En la Compañía Minera de Riotinto estuvo trabajando en varios departamentos, primero paleando en la Corta Atalaya, luego como reparador de teléfonos y, entre otras labores, en el botiquín de primeros auxilios, en una época en la que eran frecuentes y graves los accidentes.
Se jubiló con 58 años y en la retrospectiva del tiempo tiene el resabio de los momentos críticos y el arraigo, el anclaje del amor a su pueblo y a su familia.
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