El Rincón del libro aconsejado

miércoles, 12 de mayo de 2010


Sitios y gente de Cádiz, mi pasión


Compañía de Títeres "La Tia Norica"


Yo creo que la suprema aspiración del Arte y especialmente del Teatro, debe ser recoger, reflejar, dar la sensación de la vida de un pueblo, o de una raza.
Ramón María del Valle-Inclán



1. Introducción

La Tía Norica de Cádiz es más que una compañía de marionetas. Es la abuela de toda la tradición teatral andaluza. Un espíritu burlón con mucha solera y muy poca vergüenza, irreverente y cáustica. O sea, en palabras actuales, políticamente incorrecta y, por supuesto, un claro ejemplo del pensamiento de Valle-Inclán. Los hilos de la Norica son de la misma materia que los de las Parcas: durante generaciones, gaditanos de toda edad y condición han compartido el mismo espectáculo, cumpliendo con un ritual iniciático en los misterios de Talía. Conocer la historia de los títeres de la Tía Norica significa atravesar el túnel del tiempo, efectuar una auténtica regresión al nacimiento del drama occidental. Parte de su repertorio -los Autos de Navidad en concreto- son un modelo vivo para entender como se produjo, a finales de la Edad Media, la transición del teatro religioso al profano tras la pérdida de la tradición clásica. Por analogía científica, sería como tener un dinosaurio vivo a la puerta de casa. Pero este dinosaurio, es abanderado de las leyes de la evolución y ha desafiado al enemigo terrible que sepulta todo bajo el manto del olvido. Porque es "incombustible", como bien definió el novelista gaditano Fernando Quiñones, y a la que nunca acabará por meterle el cuerno por el escritorio "el toro del tiempo".


2. Antecedentes históricos (1815-1959)
Las representaciones con títeres en teatrillos o retablos ambulantes -originarias de Francia e Italia- eran ya famosas en el siglo XVI en la península, como lo demuestra la presencia del "titerero" Maese Pedro en el Quijote (cap. 25, parte II). Había gran variedad de ellos y llegó a existir cierta confusión en su descripción, porque bajo la denominación general de "títeres" se incluían diferentes diversiones. El término no sólo se refería a la estricta definición de muñecos para jugar con las manos, sino que también se utilizaba para designar a representaciones de carácter circense y visual como linternas mágicas, ópticas, bailes o sombras chinescas. Además, la profesión de titiritero designaba también al volatinero, acróbata o saltimbanqui, e incluso al artista de juegos malabares. Aunque los títeres agradaban a la mayoría de los públicos y se daban tanto en teatros o corrales como en plazas, vías públicas y palacios, en general estaban mal considerados. Se les criticaba por mezclar lo sagrado con lo profano, por el desenfado y el poco respeto con el que representaban pasajes bíblicos o episodios de la vida de Jesucristo. Para el pensamiento ilustrado eran una diversión rural, impropia del mundo urbano, como mostró Jovellanos en su Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas (1790), donde los consideraba contraproducentes, porque neutralizaban los avances didácticos de la comedia neoclásica. El público gaditano del XVIII era muy aficionado al teatro de marionetas que incluso suplía a otros géneros en situaciones de epidemias y guerras. Los espectáculos se denominaban máquina de figuras corpóreas (mecánicas o de movimiento), ingenios mecánicos o autómatas. Durante la denominada Feria del Frío, del 8 de diciembre -festividad de la Inmaculada- hasta el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria, se representaban los Nacimientos de figuras de movimiento en casas particulares o en barracas ambulantes. De todos ellos, el más famoso era el de la familia Montenegro, conocido popularmente como Nacimiento de la Tía Norica, por una farsa o sainete protagonizado este personaje al final de la función religiosa. Prueba de su fama es la apertura en 1815 de un teatro para dicho espectáculo en la calle Compañía, que funcionó sin interrupción durante 55 años (Guía Rossety, 1871). Tras el derribo de este teatro que, para ser consecuente con la historia, recibió los nombres de Isabel II (1834-1867) y más tarde Libertad (1868-1870), continuaron las funciones en diversos locales de la ciudad. A partir de 1897 se hizo cargo de la compañía Luis Eximeno Chaves, quien construirá una barraca desmontable con cabida para 200 personas. En su interior se encontraba el retablo -espacio propio de representación de La Tía Norica desde entonces- cuya estructura es la copia exacta de un escenario a la italiana con todos sus elementos, adaptado a las dimensiones de un títere. Tras la muerte de Chaves en 1919, le sucedió su yerno Manuel Martínez Couto. Este realizó varias innovaciones, afianzando las diversas técnicas de construcción y manipulación que todavía se utilizan. Se distinguen, por un lado, los títeres de hilo, que se manejan desde los puentes del teatrillo mediante una cruceta vertical en forma de "T" -percha gaditana- cuyo centro sostiene los hilos de la cabeza y los extremos los de los brazos, teniendo las piernas mando independiente. Por su parte, los títeres de peana -soporte de madera- con varillas en los brazos, son accionados por los manipuladores sentados en el foso del retablo. Por último, se usan también títeres planos de madera, como recurso fácil para escenas de multitudes. Couto además, realizó giras por diversas localidades de Cádiz y Sevilla; amplió el periodo de representación, introduciendo nuevos temas en el repertorio, con obras de autores y temas locales como La Virgen de la Palma, o parodias del teatro español como El Tenorio de astracán; incluso concedió la mayoría de edad a Batillo, convirtiéndolo en protagonista exclusivo de dos espectáculos, Batillo Cicerone y El sueño de Batillo. Es necesario destacar que se trataba de un momento en que los artistas españoles mostraron un gran interés por las formas de teatro popular, en su búsqueda de nuevos canales de expresión: los gaditanos Manuel de Falla y Rafael Alberti bebieron en las fuentes de los títeres de la Tía Norica para crear sus propias obras de marionetas, mientras que García Lorca la inmortalizó en su genealogía de don Cristóbal: "Llenemos el teatro de espigas frescas, (…) y saludemos hoy en La Tarumba a don Cristóbal el andaluz, primo del bululú gallego y cuñado de la Tía Norica, de Cádiz…" (Retablillo de don Cristóbal, 1931) Después de la guerra civil (1936-1939), fue responsable de la compañía desde 1947, Joaquín Rivas. Algunas firmas de la prensa local -como Francisco Padín, Donato Millán Contreras o Adolfo Vila Valencia- comenzaron a intentar llamar la atención de las autoridades con sus escritos sobre la antigüedad e importancia de la Tía Norica. En 1950, Arcadio de Larrea publicó dos artículos sobre el tema en Cuadernos de dialectología y tradiciones populares. A pesar de todo, a partir de 1959 comenzó un periodo de inactividad, para reaparecer en 1974.


3. La recuperación del legado. La actual compañía (1984-2004)
Después de un paréntesis de catorce años, en agosto de 1974 la Norica volvió a actuar para el público gaditano. A las representaciones acudieron más de dos mil personas con el apoyo de autoridades municipales e intelectuales como José María Pemán, Bartolomé Llompart o Pedro Valdecantos. Este nuevo interés culminó con la publicación en 1976 del libro de Carlos Aladros, La Tía Norica de Cádiz. Gracias al empeño de Aladros y otras personalidades del teatro como John Varey o Lauro Olmo se inició el proceso de recuperación de los títeres gaditanos. Por fin, en 1978, el Ministerio de Cultura adquirió el legado de muñecos, decorados y manuscritos que fueron depositados en el Museo de Cádiz. Una vez restaurados, se mostraron en una exposición monográfica en la II Fiesta Internacional del Títere de Sevilla (1982). Los organizadores pidieron a los antiguos componentes que aún vivían -Eduardo Bablé, Rosario Torres y Pedro Carpio- una "exhibición ilustrada". Esta representación improvisada tuvo tal éxito, que hubo que repetirse hasta tres veces. Fueron las últimas con los títeres originales. Como consecuencia, en 1984, el Ayuntamiento de Cádiz y la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía acordaron recuperar la compañía y el Legado de la Tía Norica, realizándose réplicas exactas de los antiguos muñecos conservados. Pepe Bablé asume la dirección a partir de 1985 y la compañía recorrió con éxito gran parte del territorio nacional. Coincidió en el tiempo con la publicación de la enciclopedia Cádiz y su provincia, donde aparece el resultado del trabajo de investigación de Margarita Toscano sobre el material depositado en el Museo de Cádiz. Desde ese momento La Tía Norica, ha participado con gran éxito en varios festivales de renombre: V Feria del Títere de Sevilla (1985); II Festival Internacional de Títeres de Segovia (1985); III Mostra de Títelles a la Vall d´Albaida (1987); Muestra Micro-Macro Andalucía de la Sala Mirador de Madrid (1987); III Festival de Títeres Ciudad de Málaga (1990); IX Festival Internacional de Teatro de Madrid (1991); XIII Feria Internacional del Títere de Sevilla-Expo 92 (1992); XXIV Festival Mundial de Teatro de las Naciones de Chile (1993); Festival de Teatro Clásico de Almagro (1994); Festival Internacional de Teatro de Caracas (1997); Si tous les ports du monde de Saint Malo, Francia (1997) en representación de la provincia de Cádiz; Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (diversas ediciones). En noviembre de 2001 realizó un proyecto que perseguía desde varias generaciones atrás: la puesta en escena El retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla. El estreno tuvo lugar en Cádiz, dentro de los actos conmemorativos del 125 aniversario del músico gaditano en el teatro que lleva su nombre, con la participación de la Orquesta "Manuel de Falla" de la Diputación Provincial de Cádiz. Por otro lado, en el apartado de reconocimientos, se puede señalar el "Día Internacional de los Museos 1999", organizado por el Museo de Cádiz dedicado a La Tía Norica; el homenaje de la profesión teatral andaluza en la Feria de Palma del Río 2000; el premio "Lorenzo Luzuriaga 2004" de Fete-UGT y el Museo Nacional del Teatro, de Almagro (Ciudad Real); el gaditano premio "Angelitos míos 2004" de la Peña "Los Dedócratas" y, sobre todo, la Medalla al Mérito en Bellas Artes del Ministerio de Cultura 2002. La ceremonia de entrega de este galardón tuvo lugar, además, en la ciudad de Cádiz, el 10 de junio de dicho año en la Iglesia de San Francisco. El acto fue presidido por sus majestades los reyes de España, Don Juan Carlos I y Doña Sofía, quienes entregaron personalmente todas las distinciones a los diecinueve homenajeados, entre los que se encontraban otros representantes del mundo teatral: María Fernanda D´Ocón, Tina Sainz, Miguel Narros, Ventura Pons y Sancho Gracia. En la actualidad La Tía Norica ocupa una sede estable, aunque provisional, en el Baluarte de Candelaria, a la espera de la construcción de un espacio escénico propio en la calle San Miguel, sobre el solar del antiguo Teatro Cómico. El Excmo. Ayuntamiento de Cádiz, a través de la Fundación Municipal de Cultura, sufraga, mediante un presupuesto anual, los gastos de mantenimiento de la compañía. Sus miembros se han agrupado bajo la figura jurídica de asociación cultural y, mediante convenio suscrito con la entidad municipal, llevan a cabo las diferentes actividades que genera la recuperación del legado, así como su conservación como tradición viva. La sala de La Tía Norica, con una capacidad para unos 130 espectadores, alberga además el taller de construcción de decorados y muñecos, así como una muestra permanente de fotografías, carteles, títeres, etc. Aparte de la creación de espectáculos la compañía ha organizado otras exposiciones que han recorrido toda España y varios países extranjeros, destacando la gira de exposiciones realizada por toda la geografía andaluza durante los años 2000 a 2002, a través del Circuito Andaluz de Teatro. Anualmente, de diciembre a enero se ofrecen las típicas representaciones de los Autos de Navidad que agotan las localidades y, desde hace varios años, hay otra cita ineludible durante la Feria del Libro. También se realizan representaciones puntuales y extraordinarias a petición de aquellos organismos que lo requieran, como los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz o secretarías de organización de congresos de todo tipo que tienen lugar en la ciudad. La Tía Norica cuenta además con su propia historiadora y documentalista, Désirée Ortega Cerpa, que ha obtenido la "suficiencia investigadora" con la máxima calificación gracias al trabajo de investigación El sainete de la Tía Norica: edición crítica, introducción y notas. En la actualidad, elabora su tesis doctoral Historia crítica y revisada de la Tía Norica de Cádiz, por cuyo proyecto ganó la Beca de Investigación Humanística del Ayuntamiento de Cádiz en 1996. De igual manera, prepara la edición de los textos restantes que conforman el repertorio del legado de cara a su publicación. Otras actividades de la compañía se centran en la enseñanza, como los talleres de iniciación al títere gaditano en las escuelas, organizados por la Delegación de Enseñanza del Ayuntamiento de Cádiz. También se han impartido clases magistrales de manipulación en el Museo de Cádiz en mayo de 1999, como complemento a las actividades del Día Internacional de los Museos dedicado a la Tía Norica.


4. Espectáculos
La supervivencia de La Tía Norica se basa en la combinación de tradición y modernidad, en la capacidad de adaptación a cada generación, manteniendo unas constantes que se amoldan a los cambios históricos, sociales y artísticos. Así ocurre, con el tratamiento de los textos: guiones básicos sobre los que se improvisa continuamente, introduciendo todo tipo de morcillas o sea, comentarios, chismes y anécdotas de la actualidad con lo que cada espectáculo se renueva constantemente. El proceso de recuperación se realiza en dos etapas: en primer lugar, investigación y recuperación propiamente dicha, a modo de reconstrucción de los textos utilizando todas las versiones conservadas, en ocasiones, hasta siete u ocho diferentes. Una vez elaborado el texto, se realiza el trabajo de dramaturgia para su proyección escénica, única manera de recuperar la verdadera esencia del legado y relanzar el teatro de títeres en general: se aúna el teatro popular y tradicional que representa la Norica, con todos los soportes técnicos y medios actuales, ofreciendo nuevas dimensiones de las obras más antiguas del repertorio. Mientras se acometía la reproducción del material del Museo la nueva compañía puso en escena un montaje que permitió a los nuevos componentes familiarizarse con las técnicas de construcción y manipulación, bajo magisterio de Eduardo Bablé Cabello. Este fue El dragón de tres cabezas, versión libre de un cuento de Euvgeni Schwart, estrenado en el Gran Teatro Falla el 26 de diciembre de 1984, con dirección de José Bablé Neira. El primer espectáculo del antiguo legado estrenado la nueva compañía La Tía Norica se estrenó en el Gran Teatro Falla el 13-12-1985, dentro del II Festival del Títere "Ciudad de Cádiz" y contó con la colaboración de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Se construyeron telones, muñecos y se recuperaron las siguientes piezas: · Autos de Navidad: textos anónimos continuadores de la tradición europea medieval de representaciones religiosas de misterios, con su mezcla de sagrado y profano, sublime y grotesco, cotidiano y universal. Constan de 21 cuadros separados por ciclos diferenciados de representación, de los que se eligieron cinco en esta primera fase: "El palacio de Herodes" (Cuadro 9, ciclo 2); "Pidiendo posada" (cuadro 12, ciclo 2); "La anunciación a los pastores" (cuadro 13, ciclo 2); "El portal de Belén"; (cuadro 17, ciclo 3); "La adoración de los Reyes" (cuadro 18, ciclo 3).· Baile de marionetas: entreacto o escena final para demostrar el virtuosismo de los manipuladores.· Sainete de la Tía Norica: Disparate cómico en un acto y tres cuadros que recoge la cogida de la Tía Norica por un toro y su posterior postración en cama. Tras la visita del médico y ante la gravedad de su estado, Dª Norica llama al escribano para redactar su estrafalario testamento. Todas las situaciones están aderezadas por las correrías y travesuras de su sobrino-nieto, Batillo, imprimiendo un ritmo vertiginoso al espectáculo, poco usual en otros montajes de marionetas. Posteriormente, se recuperaron otros dos cuadros de los Autos, estrenados el 22-10-1989 en la Sala Tabacalera, durante el IV FIT de Cádiz: "La gruta infernal" (cuadro 1, ciclo 1) y "Paso de reyes" (Cuadro 16, ciclo 2). En el primero, los efectos especiales junto con el empleo de focos y música provocaban en el espectador la ilusión de una auténtica lucha entre San Miguel y Luzbel. El segundo cuadro había sido eliminado tiempo atrás del repertorio por considerarse poco interesante. El problema se resolvió a través de una propuesta plástica basada en la iluminación y grabaciones musicales, resultando un cuadro de gran delicadeza estética. La inclusión de la Coral de la Universidad de Cádiz en el diseño de sonido, dotaba además de una gran magnificencia a todo el conjunto. Más adelante, se incluyó "Anunciación a María" (cuadro 6, ciclo 2), conformándose definitivamente el espectáculo actual de ocho escenas. Estas puestas en escena que guardan especial fidelidad a la antigua tradición, se alternan con otras que recuperan sainetes como Batillo Cicerone (1928) de Manuel Martínez Couto, introduciendo nuevas formas teatrales, que mezclan el títere con la proyección cinematográfica, conservando del original sólo su línea argumental: Batillo se convierte en guía del negro Pancho, productor de cine, que se enamora de la gaditana Rosarito. Estrenado bajo el título de Batillo Cicerone: "pimpi" de Cai -con dramaturgia de Pepe Bablé- en la Sala La Lechera de Cádiz (16-11-1990), contó con la colaboración de Pedro Payán Sotomayor, Felipe Campuzano y Fernando Quiñones, entre otros. El 2 de mayo de 1999 se presentó una nueva versión de la farsa de Dª Norica en el Baluarte de la Candelaria, La Tía Norica: el sainete, con texto de Eduardo Bablé. Los antiguos decorados pintados se sustituyeron por una escenografía corpórea que copiaba la realidad hasta el mínimo detalle, como las calles gaditanas con sus piedras redondas de los ríos de América y cañones por las esquinas, apoyada en una iluminación que recorre todas las horas del día. El realismo se combinó, sin embargo, con elementos distanciadores que incidían en la teatralidad del espectáculo, como la música de fondo y la intención de mostrar la maquinaria escénica con el mágico cambio de decorados, a vista del público. En esta ocasión se contó con la colaboración de varios artistas flamencos como Nani de Cádiz, Niño de la Leo y el pintor cubano Ajubel, entre otros. El último proyecto escénico ha sido montaje de El sueño de Batillo de Manuel Martínez Couto, concebido, a través de una dramaturgia de Pepe Bablé, como la segunda parte de una trilogía iniciada con Batillo Cicerone, Pimpi de Cádiz y que se cierra con una nueva propuesta de otro sainete, La boda de la Tía Norica. Este disparate cómico en siete cuadros -escrito probablemente entre la década de los 20 y 30- constituye un guiño popular gaditano al movimiento surrealista. El texto de Couto consistía en un mínimo apunte argumental en el que se describe el viaje de Batillo por el fondo del mar, tras caer por la cubierta de un barco: un itinerario extravagante por la fantasía, aderezado con algunas de las constantes del sainete gaditano. En la versión de Pepe Bablé -en cuya producción ha participado la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía- la imaginación se ha desbordado para crear un montaje musical cuyos efectos especiales no tendrían nada que envidiar a una producción cinematográfica. No obstante, se trata de un espectáculo absolutamente gaditano donde la sencilla técnica tradicional de manipulación contrasta con la nueva tecnología. En El sueño…, el mar ha diluido parte del carácter ácido e irreverente que Batillo comparte con Pulchinella o Don Cristóbal, pero no ha perdido en ningún momento el punto de vista irónico de un pueblo que sabe más por viejo que por diablo. Su devenir onírico conecta con la ilusión del emigrante, aquel españolito que soñaba una vida mejor en Cuba, o con el africano que hoy embarca en patera; con los mundos paralelos de la literatura y los mitos engendrados por el mar, desde Ulises a Popeye. La puesta en escena, además, en la corriente inmemorial de este retablo que posee vocación de microcosmos, ha aprovechado para homenajear al teatro musical en todas sus facetas, de manera que Broadway, la revista, la calle 42, la sicalíptica y Walt Disney bajan juntos la escalera con doña Norica reconvertida en vedette. Esta quimera se resuelve en un auténtico espectáculo para todos los públicos: es una aventura fantástica que contribuye a que los "locos bajitos" se incorporen mirando hacia el mágico mundo del teatro. Pero también contiene, para los que han perdido la inocencia, una interesante revisión del tema clásico de la identidad del personaje imaginario. Esta reflexión alcanza su punto culminante en el encuentro entre Pinocho -el muñeco que se convirtió en niño- y Batillo -el chiquillo gaditano transformado en títere- para recordarnos la simbología de la Antigüedad sobre la marioneta: el ser humano dominado por los hilos del destino. El estreno de esta última producción tuvo lugar, con un éxito absoluto, el 7 de diciembre de 2002 en el Teatro Alhambra de Granada. Posteriormente, se presentó en Cádiz el 18 de diciembre dentro de la programación del XIX Festival Internacional del Títere "Ciudad de Cádiz". El día anterior, el 17 de diciembre, tuvo lugar una representación protocolaria tras la cual La Tía Norica hizo entrega de la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes a la alcaldesa de Cádiz, Dña. Teófila Martínez. De esta manera, la compañía hacía depositario de dicho galardón al ayuntamiento y a la ciudad de Cádiz, como homenaje al cariño que ha recibido por parte del público gaditano durante los doscientos años de su existencia.


5. La exposición "El Legado de la Tía Norica (1984-2004)"
En 2004 se cumplieron los veinte años de la recuperación de la compañía La Tía Norica con una magna exposición titulada "El legado de la Tía Norica (1984-2004)". Organizada por el Excmo. Ayuntamiento, a través de la Fundación Municipal de Cultura, se expone en el Baluarte de Candelaria desde el 16 de diciembre de 2004 al 13 de febrero de 2005. El proyecto, elaborado por la comisaria general, Désirée Ortega Cerpa, y desarrollado por la propia compañía, se ha basado en las recomendaciones de actuación de los organismos internacionales que dictan las líneas de actuación en materia de protección del patrimonio. Dichas instituciones alertan de su fragilidad y del papel fundamental de los ciudadanos en su conservación. De ahí la necesidad de dar a conocerlo, para que el público llegue a apreciarlo y participe de su puesta en valor y preservación para las generaciones futuras. De esta manera, la exposición se ha concebido como una casa, la de La Tía Norica, que abre sus puertas para mostrar un legado que pertenece a todos los gaditanos. De esta manera, el visitante, tras atravesar el umbral del Baluarte, donde se han situado dos grandes figuras de La Tía Norica y su nieto Batillo, encuentra tras el "cuerpo de guardia" la fachada y el patio de una casa típica gaditana. Para esta primera escenografía, se ha tomado como referencia las viviendas de Luis E. Chaves y Manuel Martínez Couto quienes en la primera mitad del siglo XX dirigieron la compañía y crearon muñecos y telones en su propio hogar. A la izquierda, en la sala A se muestra un audiovisual y se puede apreciar la colección fotográfica de Juan Mendívil sobre el Legado de la Tía Norica en el Museo de Cádiz. La sala B, por su parte, presenta una colección de fotos de la compañía entre 1984 y 2004, así como el retablo realizado en hierro en 1983 al descubierto, para que el público pueda apreciar sus dimensiones y estructura. En la zona de la derecha comienza el recorrido por las catorce casamatas del recinto, transformadas en las diferentes "casas" de La Tía Norica. En primer lugar, la del famoso sainete de este personaje, donde el visitante podrá sentir la ilusión de moverse por un escenario, como si se hubiera trasformado en marioneta. En primer lugar, se ha creado el supuesto salón-comedor donde su dueña ha colocado cuidadosamente todos sus recuerdos más importantes, galardones, noticias curiosas, donde por su supuesto, como "joya de la corona", figura en lugar predominante la Medalla al Mérito en Bellas Artes. A continuación se encuentra la estancia del dormitorio, donde transcurre la escena del estrafalario testamento de La Tía Norica. Puesto que en cualquier casa esta habitación es siempre la más privada y personal, se muestra aquí la relación emocional de la ciudad con el personaje y con aquellos que le dan vida. Y como también es el lugar de los sueños, a través del armario de La Tía Norica se atraviesa el túnel del tiempo, para conocer su devenir a lo largo de los siglos. De esta manera, se vislumbra, gracias a una maqueta, el teatro Isabel II, casa también de los Montenegro, y el ambiente del siglo XIX; otra maqueta, la de la barraca de Chaves, inicia la ilustración del devenir a lo largo del siglo XX; los rostros de los últimos depositarios de la tradición conducen hacia las técnicas de manipulación que conservaron o a la accesoria de la calle San Juan, donde los títeres esperaron su retorno a los escenarios y su puesta en valor; a continuación, se explica la "casa" que La Tía Norica tiene en el Museo de Cádiz que ha cedido material no expuesto al público y se ofrece un recorrido por los espectáculos recuperados por la compañía. La visita termina, donde comenzó, en el cuerpo de guardia, donde tras la muestra de la colección del artista Rafael Casado, se despliega el proyecto del futuro teatro de La Tía Norica en la calle San Miguel, la casa definitiva esta tradición gaditana.

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